miércoles, 10 de abril de 2013

Los Judíos de Albania

Aunque esté situada geográficamente en Europa, Albania es una “nación entre el Oeste y el Este, región que une los Balcanes e Italia, débil lazo entre el mundo griego y latino, entre el mundo eslavo e islámico”. Desde la época en que el Imperio Romano se dividió entre Oriente y Occidente también sus confines atravesaban Albania: esta división continuó en el Medioevo y también durante la dominación otomana bajo el sistema conservador de los millet. Con la independencia del país, lograda en 1912, a pesar del paréntesis del duro régimen comunista, Albania no ha perdido esa característica suya de tierra de cruce donde el Oriente se enfrenta con el Occidente. La caída del comunismo y ciertas cuestiones han atraído la atención sobre la minúscula comunidad judía existente en el país. La suya es una historia fascinante porque es poco conocida o tal vez porque se halla inevitablemente ligada a la compleja historia del pueblo albanés. Algunas sitios judíos se hallaban allí a fines del siglo XII. Luego en el siglo XVI millares de sefardíes escapados de la península ibérica se refugiaron en el Imperio Otomano. En él, a los judíos no se les cobraba ningún otro impuesto salvo el exigido a todos aquellos que no eran musulmanes y que no demasiado caro. No solo su identidad religiosa era ampliamente tolerada, también eran estimulados en sus actividades comerciales y podían acceder a todos los cargos civiles. En aquella época Albania se hallaba bajo el total dominio de la Sublime Puerta y diversas comunidades judías catalanas, castellanas, portuguesas, sicilianas y de Apullia se instalaron en la región central del país que constituía la zona más desarrollada y prometedora desde el punto de vista comercial. El puerto de Valona Durazzo junto a las importantes ciudades del interior, Elbasan y Berat, se convirtieron en sedes de sólidas comunidades comerciales. Otros judíos se establecieron al norte, en diversas ciudades de la actual Kòssovo. En el 1673, Sabbetai Zevi fue exiliado por el Sultán a Dulcigno (que hoy se halla en Montenegro) y aquí murió tres años más tarde. A comienzos del siglo XIX los judíos albaneses sufrieron expropiaciones y medidas restrictivas ordenadas por Alì Paschá, gobernador de Giannina, que deseaba declararse independiente de la Sublime Puerta. A partir de este momento la comunidad judía en el interior de los futuros límites del Estado albanés comenzó a disminuir. Al finalizar la Primera Guerra Mundial solo un pequeño número de judíos vivía en Albania. Según el censo de 1930 solo vivían 204 judíos en Albania. La Comunidad Judía fue reconocida oficialmente por el Estado el 2 de abril de 1937. En los años en que se iniciaban las persecuciones antisemitas, Albania – ahora bajo la monarquía del rey Zog – protegió a los judíos y les ayudó a huir de Alemania, de Austria y de los que una vez había sido Checoslovaquia. En 1939 algunas familias provenientes de Austria y de Alemania, se refugiaron en Albania y se establecieron en Tirana y en Durazzo. Luego, durante la invasión italiana, acontecida en el curso de aquel año, las autoridades albanesas hicieron lo posible para esconder a los judíos de los nazis. Posteriormente la división de Yugoslavia entre Italia y Alemania, y la anexión de Kosovo a Albania, muchos judíos se escaparon de Croacia y de Serbia y se refugiaron en territorios albaneses. Estos refugiados fueron bien tratados ya sea por la población local o por los italianos. Una parte de ellos fue enviada a Italia luego de haber pasado por el campo de tránsito de Kavajë, otra parte fue entregada a los alemanes y enviada al norte, al campo de Prishtinë. Luego de la liberación de Italia, en septiembre de 1943, Albania cae en manos de Alemania, pero casi todos los judíos huyeron y evitaron ser capturados. Se calcula que gracias a la ayuda de la población albanesa cerca de 350 familias judías se salvaron no obstante la existencia de la ocupación alemana. Cuando finalizó la guerra los judíos que se había refugiado en Albania, quisieron dirigirle un mensaje de agradecimiento al nuevo régimen comunista. Pero su alivio duró poco. De hecho Enver Hoxha, secretario del partito comunista, una vez consolidado en el poder, determinó una severa represión por la creciente confrontación entre todas las comunidades religiosas albanesas. Durante 1967, en el ámbito de la revolucionarización (la revolución cultural albanesa) la lucha antirreligiosa llegó a su fin y fue impuesta la clausura de todos los lugares de culto, comprendida la sinagoga de Tirana. No obstante esto, un pequeño grupo de judíos, haciendo frente a las enormes dificultades, continuaron reuniéndose secretamente en una casa de Tirana en ocasión de las festividades. En 1990 el régimen comunista que se había convertido en un caso único en el mundo ya que todavía era stalinista, comienza a mostrar claros signos de cambio. Bajo la presión de la población urbana, estudiantil y de la comunidad internacional que negoció el otorgamiento de la ayuda imprescindible a la destruida economía del país una vez democratizado, en noviembre de aquel año fue concedida la libertad religiosa y la posibilidad de expatriarse. En aquellos días tuvo sus inicios la operación denominada “Alfombra Voladora” organizada en el mayor de los secretos del gobierno israelí y del albanés con la colaboración de los gobiernos italiano y griego. Durante el curso de cuatro meses, desde noviembre a abril siguiente, la totalidad de la comunidad judía albanesa (gran parte de la cual vivía en la capital, en tanto que algunos otros en Valona y en Korçë) ha dejado Albania. La mayoría, cerca de 320 personas, se dirigieron a Israel, mientras una cincuentena han preferido escoger como destino final los Estados Unidos. La razón de la decisión de abandonar Albania no tiene que ver con el antisemitismo sino con la voluntad de huir de la grave crisis económica y social que atravesaba – y atraviesa – el País.