viernes, 12 de abril de 2013

Quiénes son los Hebreos?

¿ En Génesis 10:21 está escrito “Shem, padre de todos los hijos de Heber”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué Heber, el quinto de once patriarcas desde Noach hasta Avraham, es nombrado en modo específico como el progenitor de una descendencia que consideramos que comienza sólo seis generaciones después? Heber es de hecho el progenitor de muchos pueblos y su descendencia se divide en dos ramas separadas, y sólo de una de estas ramas desciende Avraham, el “padre de los Hebreos”. Luego en Génesis 14:13 leemos: “Avraham, el Hebreo” ‒ entonces, Avraham, el progenitor de los Hebreos, era ya un Hebreo! Efectivamente, documentos históricos de la época de Avraham hablan de un pueblo o grupo de pueblos dispersos entre Egipto y la Mesopotamia denominados “Hebreos”, “Apiru”, “Habiri”, un pueblo sin un territorio definido, habitantes de las principales ciudades del Medio Oriente, frecuentemente en Egipto para comerciar o bien para establecerse allí... justamente como Avraham. De esto se deduce que los Hebreos en origen no eran sólo los descendientes de Israel, sino también una infinidad de pueblos, incluso muchos de los enemigos de Israel, tales como Ammon y Moav. La historia de la elección comienza justamente aquí: En Génesis 12:1-3 está escrito: “Pero HaShem había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré: Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás fuente de bendición; y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te menosprecien maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Luego en Génesis 17:4-7 está escrito: “He aquí Mi Pacto es contigo:... será tu nombre Avraham, porque te he puesto por padre de una multitud de naciones... Y estableceré Mi Pacto entre Mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por Pacto perpetuo...” El Eterno eligió a Avraham entre los Hebreos para llevar a cabo Su plan, exhortándolo a dejar a su parentela. Avraham tuvo después ocho hijos, uno de la sierva Egipcia, seis de Qeturah, e Yitzhak, el “hijo de la promesa”, que tuvo de Sara, que era Hebrea. La elección se reduce, no se refiere a todos los descendientes de Avraham, sino sólo a los de Yitzhak. En Génesis 24:3-4, leemos que Avraham hace casar a Yitzhak en el interno de su parentela (¡que antes tuvo que dejar!) para poder cumplir con el Pacto en base al cual se estableció su elección. Yishmael tomó una mujer Egipcia; de los otros hijos de Avraham no sabemos más nada. Sabemos solo que la elección continúa sólo a través de Yitzhak. Yitzhak tuvo dos hijos, Esau y Yakov. Esau, además de renunciar a sus derechos de primogenitura, tomó mujeres Cananeas, y fue excluido de la promesa. La elección de Israel se completa con Yakov, según está escrito en Génesis 28:1-5, con su matrimonio al interno de la familia de su padre, y la promesa hecha a Avraham es confirmada a él, como leemos en los versos 3 y 4: “El Shaday te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos, y te dé la bendición de Avraham, y a tu descendencia contigo.” De esta breve reflexión podemos sacar una primera conclusión: Elohim eligió en el principio no un pueblo Hebreo (aquellos “Arameos errantes” de la historia conocidos como “Habiri”) sino un hombre Hebreo, Avraham, y una mujer Hebrea, Sara, y la heredad espiritual de ellos transmitida a su descendencia. El ser “Hebreo” asume dos aspectos diferentes: uno físico, étnico, y el otro espiritual. De hecho, desde el punto de vista material, también Yishmael y los hijos de Avraham y Qeturah son Hebreos ‒ por lo tanto, todos los árabes! ‒, como lo son también los Edomitas; pero según la herencia espiritual, solamente los descendientes de Yakov son Hebreos. Sin embargo, esta heredad espiritual estaba ligada a una línea genética, y se perdía con los matrimonios mixtos. Esto significa que no era entonces transferible a otros pueblos. Sólo Yitzhak y Yakov se casaron al interno de la familia de Avraham y de su mujer Hebrea Sara. Esta herencia genética es confirmada también por la historia: en los documentos antiguos, el término “Habiri” desaparece para ser substituido por el término “Ivri”, que era aplicado exclusivamente a los Israelitas. Los Hebreos originales (Habiri), dispersos en el Medio Oriente, se mezclaron con los otros pueblos, perdiendo la propia identidad o creándose una nueva, como en el caso de Yishmael y Esau. Sólo los Israelitas conservaron la identidad hebraica. Sin embargo, los Israelitas no se llamaban a sí mismos “Ivri” (Hebreos), sino que eran los otros pueblos que los denominaban de ese modo, reconociendo el origen étnico de esta nación. Los Hebreos se llamaban a sí mismos “Bney Yisrael”, Hijos de Israel. Todos los otros “Hebreos” son para ellos como cualquier otro pueblo, o sea “Goyim”, “gentiles”. Los Ismaelitas, los Madianitas, los Edomitas, etc. eran y son gentiles, a pesar de su origen común con los Israelitas. En esta fase histórica, los términos “Hebreo” e “Israelita” pasan a ser sinónimos. En Egipto los Israelitas llegaron a ser una nación compuesta por trece Tribus. Muy probablemente, eran un componente de aquella misteriosa raza llamada “Hyksos”, pueblo monoteísta que gobernó sobre Egipto durante unos dos siglos. Las Tribus de Israel se desarrollaron autónomamente, y es factible que ya en este periodo, la de Judá haya adquirido características particulares que se hicieron evidentes después de la conquista de Canaán. Una vez establecidos en Canaán, sólo la Tribu de Judá ocupó completamente su territorio, todas las otras convivieron con los Cananeos, y no los echaron como les había sido comandado. En el libro de los Jueces, de hecho, Judá no está involucrado en el alternarse de periodos de independencia y de dominación extranjera, y parece haber gozado de estabilidad. Por ejemplo, en el cántico de Devorah, que elogia a las Tribus que han participado en la guerra de liberación y reprocha a aquellas que en cambio no han tomado parte, no nombra a Judá. La ausencia de Judá como protagonista en el periodo de los Jueces indica que era ya de hecho una entidad política definida. Cuando todas las Tribus de Israel se organizaron para formar un único Reino, el primer rey no fue elegido entre las Tribus que tenían la preeminencia, sino de aquélla más pequeña, cuyo territorio estaba en medio de Judá y Efraím, porque sólo de esta manera se podía garantizar la unidad: de hecho, las dos Casas -Judá e Israel- existían ya. A la muerte de Shaul, el Reino se dividió, y David fue por siete años Rey de Judá antes de reinar sobre todo Israel por otros 33 años. David conquistó Tzion y edificó Yerushalaym para hacerla su capital, elección que desde el punto de vista político era estratégica porque no era en territorio de Judá, sino que pertenecía a Binyamin, por lo tanto, “neutral” entre Judá y Efraím. Probablemente, la única posibilidad de mantener la unidad de su Reino. Sin embargo, como expondré más adelante, la diferencia entre Judá y las otras Tribus perduró a pesar de estar reunidas bajo un único rey y las dos entidades se separaron en dos Reinos a la muerte de Salomón. La división del Reino no es el origen de la diferencia entre las dos Casa, sino la consecuencia. El Reino del Norte, llamado Israel, adoptó un sistema religioso fundado parcialmente sobre la Torah, pero con las características de las religiones de los gentiles. Exactamente como el cristianismo se funda sobre la Biblia, pero mezclado con tradiciones paganas. El Reino de Judá en cambio, aunque con algunos periodos de infidelidad, permaneció ligado a la Torah y al Templo. Muchos Israelitas del Reino del Norte que quisieron mantenerse fieles a los Preceptos Mosaicos se transfirieron a Judá, y fueron por consiguiente identificados con esta Tribu aunque pertenecientes a las otras. El Reino de Israel fue destruido por los Asirios, y su población fue deportada, para no retornar más. Así como sucedió con los Habiri y los otros hijos de Avraham, se mezclaron con las otras naciones y perdieron la propia identidad hebraica. Más de un siglo después, también el Reino de Judá cesó de existir como entidad política y su población fue deportada a Babilonia, pero conservaron la propia identidad en el exilio y muchos retornaron a Yerushalaym. Después del exilio en Babilonia, los únicos Hebreos reconocidos como tales son los de la Casa de Judá, y son desde entonces llamados “Judíos”, asumiendo así la identidad de todo el pueblo de Israel, mientras la Casa de Israel pasó a ser un pueblo gentil. En el actual Estado de Israel, los ciudadanos Hebreos son identificados en sus documentos con el término “Yehudim”, o sea, “Judíos”, mientras los otros ciudadanos son Israelíes pero no Judíos, es decir, Israelíes gentiles. En conclusión, a la pregunta “¿Quiénes son los Hebreos?”, la respuesta depende del periodo histórico al cual se refiere: en el origen eran los descendientes de Heber, luego los de Avraham, luego los Israelitas, y después del exilio en Babilonia, sólo los Judíos, o sea, todos los Israelitas de las doce Tribus que pertenecen a la Casa de Judá, mientras que aquellos de la Casa de Israel son hoy gentiles. Como en el principio, el término “Hebreo” tiene dos significados distintos: uno físico, étnico, y otro espiritual. Sólo la Casa de Judá ha conservado la herencia espiritual de Avraham, Yitzhak y Yakov, por lo tanto, desde el punto de vista espiritual, sólo los Judíos son Hebreos. Considerando el aspecto genético, en cambio, si en el principio era indispensable permanecer al interno de la familia de Avraham y Sara ‒para que se formase una nación con una identidad definida según la elección‒, en el Pacto Sinaítico esta condición fue abolida, extendiendo a todos los gentiles -“Gerim”- que quisieran entrar, el derecho a formar parte de la familia de Israel. El Pacto Sinaítico es eterno, y está en los parámetros establecidos en el Sinai que la “iglesia” puede encontrar un puesto al interno del pueblo elegido, Israel, como Shaul -llamado Pablo- ha escrito: los gentiles pueden sólo ser “injertados” en el verdadero olivo, que es Israel (Romanos 11:17). El mismo Shaul, considerado por muchos el fundador de la iglesia gentil, nunca consideró la posibilidad de que exista un segundo pueblo elegido aparte de Israel, en el cual los gentiles pueden entrar para participar en las promesas!