martes, 12 de noviembre de 2013

¿No es para la risa?

¿Danny Kaye, Groucho Marx y Woody Allen, cómicos judíos o serios pensadores? Lo que hace que en un país la gente ría depende de la cultura de sus habitantes, del pasado que han tenido durante su historia. Diferentes son las cosas que hacen reír en cada lugar. Como ejemplo, en Chile la gente ríe cuando el cómico se burla de personas, sean estas públicas, con defectos físicos o sicológicos. En Estados Unidos en cambio se ríen de situaciones, más que de personajes o individuos. Los argentinos llaman "cargar" a alguien, cuando ríen burlándose al ventilar los asuntos personales, desgracias o defectos del otro. Entre los judíos el humor ha estado presente hace mucho tiempo, y en Estados Unidos pareciera que la mayoría de los cómicos son judíos. A tal punto, que la población no judía comprende ese tipo de humor y ríe; lo mismo sucede donde hay gran población judía. Al leer la Torá no hay mayores indicios de humor, todo es escueto y muy serio. Aunque difieran de ello quienes sostienen que fue entregada por Dios, dejando de lado la religión, al ser escrita por distintas personas a lo largo de siglos, quizás no hubo espacio para hacer chistes. Tampoco se encuentra en las cortes de los reyes judíos a los bufones, típicos de las de otros reinos, que servían para hacer reír a esos gobernantes absolutos. Probablemente todo el mundo les decía que sí a lo que afirmaban (después de todo, el rey podía matar en cualquier momento si no le gustaba un comentario), de manera que el bufón era su válvula de escape, y quien le decía lo que nadie se atrevía, ya que tenía licencia para criticar al rey mediante la risa. (Generalmente era el rey el único que reía realmente, los demás lo hacían forzadamente mientras transpiraban). Si uno se pregunta en qué momento comenzaron entre los judíos a haber tantos cómicos, y a contarse tantos chistes, todo nos lleva a la opresión en Europa, más que nada la del este. Porque los judíos expulsados de Sefarad, España, y de Portugal, no tuvieron ese tipo de humor. Reían de asuntos semejantes a lo que sus vecinos gentiles también consideraban divertidos, por mucho que los personajes fueran judíos. Tampoco había humor particularmente judío entre los italianos, franceses, alemanes o británicos. Menos entre los de los Países Bajos, o entre los judíos del norte de África. Entonces cabe preguntarse de donde salió ese humor tan conocido de los judíos, y profundizando aún más, qué judíos han sido los que lo han creado. O yendo aún más allá, qué es el humor. Nietzsche dijo que "el hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa". Visto de esta manera, resultaría que el humor cumpliría una función catártica, que según una de sus definiciones, significa la "eliminación de recuerdos que perturban el equilibrio nervioso". De manera que muchas veces resulta mejor reír para no llorar. Por supuesto que la mayoría de las veces no se usa el humor en momentos trágicos, pero sí puede servir para exorcizar, expulsar los "demonios", lo malo que perturba. Hay varios tipos de humor, pero muchas veces éste se basa en lo irracional, en lo absurdo. Otras usa el quiebre de lo que la lógica indica que es la manera adecuada de dar fin a una situación. Y muchas veces es el absurdo lo que hace reír, como en el caso del cómico estadounidense, judío por cierto, Mel Brooks (Melvin Kaminski). En su película sobre la "Historia del Mundo", pone a Moisés bajando del Monte Sinaí con tres tablas de la ley. Anuncia a los israelitas "acá les traigo los quince mandamientos que me dio Dios...", y se le rompe una de las tablas: entonces, sin inmutarse, dice "acá les traigo los diez mandamientos...". O en otra situación, Brooks, hablando con un periodista que le pregunta por qué se compró un automóvil deportivo, él le contesta "porque me hace ver más alto". El periodista le responde"pero si usted no es alto" (mide 1,65 mts). Y Brooks le dice"¿Lo ve usted?" Todo el humor judío conduce al gueto y al shtetl. A esa característica judía de reírse de sí mismos con una amargura que conduce a la risa, al exorcizar la pobreza y la persecución mediante el humor. Gracias a la emancipación judía, tal como sucedió con todo orden de cosas, también esa apertura ayudó al humor, gracias a que los judíos pudieron ver desde fuera cosas que eran tan ilógicas en la sociedad que daban risa. Su marginalidad les permitía tener una visión externa más sutil, que podían criticar mediante la risa. Ese humor judío, que era ampliamente difundido en los teatros judíos de Europa, en especial del este, y después trasplantada al oeste, se hizo parte de la manera de ser judía. El mismo hecho de contestar una pregunta con otra, es desde ya gracioso. El idioma yiddish ayudó a hacer más chistosos chistes y canciones, los que fueron trasplantados después a Estados Unidos, y en menor medida a Argentina dentro de los judíos del yiddish, aparte del resto de Europa. Si se analiza a los cómicos del primer país, se nota de inmediato que casi todos son judíos, y los que no lo son han adoptado ese tipo de humor. Es el del absurdo, con su mejor representante Groucho Marx. El del humor "seco", ese en el que el cómico no cambia su expresión seria, y tantas otras clases de humor. Pero casi todos riéndose de situaciones en las que el mismo personaje cómico se ha visto involucrado o afectado. También tenemos a Charles Chaplin con sus actitudes con complejo de inferioridad, que supera enfrentando a abusadores; o a los llamados Tres Chiflados, reyes de la comicidad más gruesa. Y hoy en día, el típico representante del humor judío, Woody Allen (Allan Stewart Königsberg): entre muchos otros. En Israel se produce un humor diferente, más que nada vertido hacia la política y el conflicto con los árabes. Eso sí, se siguen riendo de sí mismos como lo hicieran los judíos desde siempre, siguiendo la tradición del gueto y del shtetl, pero menos perseguida y más abierta. Si se analiza, es posible darse cuenta de que Israel mismo está en una situación como la de sus congéneres del pasado en el este de Europa, es decir, en un gueto o un shtetl. Está rodeada de enemigos, o de países que teóricamente no lo son, como Egipto y Jordania, pero que no lo quieren para nada. No puede salir hacia afuera de ninguna de sus fronteras, excepto al mar, (sí, hay turismo a Egipto que permite a los extremistas hacer atentados para matar israelíes...), y ha tenido que protegerse de asesinos extremistas mediante una valla de seguridad que separe a esa gente de la propia. Están encerrados, y eso lleva a una situación similar a la que tuvieron en Europa, con guetos volcados hacia dentro de sí mismos gracias a paredes externas que no tenían siquiera ventanas que permitieran entrar a asesinos pogromistas. Por supuesto que el encierro no es el único motivo de llegar al humor, es fundamental para ello la cultura e idiosincrasia propias. Si fuese así, quienes viven en los "asentamientos",aislados como están del resto del territorio israelí, serían todos humoristas. Ni que decir los árabes del Hamas de la franja de Gaza, que están tan aislados del contorno israelí y egipcio que deberían, según ese razonamiento, ser grandes cómicos. O las minorías árabes palestinas de Irak, perseguidas durante Hussein, no queridas allí tampoco ahora; las de los palestinos que deben huir de Siria, al igual que debieron hacer para salvarse en Irak, tendrían que ser muy cómicos. Pero no lo son, seguramente porque su cultura no tiene la capacidad de la auto crítica que sí tienen los judíos. O de reírse de la propia desgracia, llevando la situación al absurdo. Al contrario, los árabes palestinos, al no tener capacidad de esa auto crítica, achacan a los judíos, a Israel, a las Naciones Unidas, a Estados Unidos, a los países europeos, a los otros países árabes, a todo el mundo, la desgracia en que sienten que están sumidos. Sin reparar siquiera en que de todas partes les llueve dinero regalado para que levanten a su gente, que llegan militantes de izquierda occidentales de todo tipo de organización no gubernamental (ONGs de médicos, por los niños, para educación, contra bloqueos israelíes, para lo que sea), todos esos con la idea de ayudarlos a despegar. Pero no lo han hecho, no lo hacen ni lo harán, tal como han aceptado ser "refugiados permanentes" durante ¡sesenta y cinco años! (lo que no deja de ser cómico), sin trabajar para desarrollarse económicamente, sin formar organizaciones que vayan tomando la forma de un estado, a pesar del dinero que sí tienen, que les llueve gratis. Pero no, los árabes palestinos sólo saben lamentarse y culpar a los judíos y a Israel de todos sus males. Basta escuchar a sus representantes en Chile, como Jadue, el antisemita alcalde de Recoleta, o los otros antisemitas parlamentarios árabes de Chile como Tuma, Chaín, Chauán, etc. (más sus acólitos antisemitas como Moreira, financiado por árabes chilenos), que culpan de los males de sus congéneres a Israel, sólo a Israel, y nada más que a Israel. Entonces, ¿cómo podría gente así ser cómica? ¿De dónde podrían encontrar algo divertido quienes lo único que saben es quejarse sin hacer nada por ellos mismos? ¿De qué manera podrían reírse de sí mismos como los judíos, si lo único que saben hacer es celebrar con disparos al aire cuando asesinan a niños judíos, cuando árabes destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York, cuando celebraban que Sadam Hussein invadiera Kuwait? Tampoco se puede esperar que rían los egipcios – nunca lo hicieron, ni siquiera sus dibujos ancestrales muestran figuras que ríen -, ni los sirios que se matan unos con otros. En cambio en la Kneset de Israel pareciera que las sesiones parlamentarias fueran películas cómicas, con todos gritando e incluso insultándose, para finalmente hacer lo que deben, votar por las leyes. Los iraníes no ríen, al menos abiertamente. Por lo menos no piden ayuda, no adjudican a los judíos sus propios males, "apenas" les achacan ser responsables de los males los de todo el resto del mundo, lo que igual no es poco. El Congreso de Estados Unidos sí que es para la risa, con todos dándose portazos, y con el presidente Obama más canoso que nunca, quizás pensando en el problema que se ha metido en su país endeudadísimo (y dependiente de sus acreedores chinos, callados y sin sentido del humor), y ni que hablar de su políticamente correcto intento de llevar a israelíes y árabes palestinos a un nuevo proceso de paz, fallido de antemano. Al igual que los candidatos a la presidencia en Chile, la mayoría de los cuales no logra decir nada que conmueva a la ciudadanía. Sus debates podrían ser un programa de comedia, ya que más preocupados están de denostarse los unos a los otros, que de explicar lo que pretenden. El problema de los musulmanes es que no tienen sentido del humor. Los que viven en sus propios países son acomplejados, también los que critican a occidente, pero eligen vivir allí. Pretenden que todos adopten sus propias reglas, sin intentar o desear ser parte de los países que les acogieron. En Francia, donde el 25% de los trabajadores lo hacen en el sector público (por eso está a punto de quebrar el Estado), donde la comida que se expende es casi toda "Halal",esto es, aceptable del punto de vista musulmán, guste o no a los franceses, la derecha del partido de Le Pen está a punto de ganar más parlamentarios en las próximas elecciones. En muchos países europeos sucede lo mismo, partidos de derecha ganando puestos en elecciones. Esto se entiende, ya que se dice que cuando la clase media está mal, surge el fascismo. Pero esos no tienen ningún sentido del humor, sólo saben gritar y maldecir, achacando todos los males a los inmigrantes (que trajeron para trabajar en lo que ellos no querían). Por el momento no dicen mucho sobre los judíos, pero no cabe duda que los tienen en la mira (al menos los fascistas antisemitas y racistas húngaros del partido Jobbik dicen sin complejos que los judíos son la causa de todos sus males; sin reírse, por cierto). El judaísmo, a pesar de la influencia de la desgracia en el desarrollo del sentido del humor para sobrellevarlo, lo ha tenido desde sus comienzos. Cuando Abraham, que ya muy viejo no había podido tener hijos con su mujer, Sara, al decirle Dios que sí ella quedaría embarazada, no lo podía creer, e incluso Sara rió con ganas. Tanto, que cuando tuvieron a su hijo le pusieron Isaak, "ella rió"(I= ella; zojek= rió). El Pueblo Judío ha seguido riendo, pero más que nada frente a las vicisitudes, no ante los logros. Quizás esa autocrítica es la que le ha dado alas para poder seguir adelante sin deprimirse; que probablemente es lo que hace que quienes les persiguen y critican terminen siendo tan oscuros, serios y autorreferentes. Quizás no todos los problemas sean para la risa, pero a fin de cuentas eso puede ser un paliativo. Entonces, ¿por qué no? http://anajnu.cl/opiniones.htm