domingo, 17 de agosto de 2014

A buen entendedor pocas palabras


A buen entendedor pocas palabras
Parashah EKEV
B.H.N.”V.
“Ve-haiá ekev tishmeún el ha-mishpatim ha-ele...”, “Y será -por cuanto- habréis de escuchar estas leyes...” es el comienzo de esta singular porción, que ocupa nuestra lectura y estudio semanal de laTorá.
 El Todopoderoso se dirige a Su pueblo a través de Moshé, Su servidor, para establecer un parámetro en la conducta presente y futura de la nación, es decir, de sus familias e individuos.
 Ese parámetro pasa ante todo por Tishmeún, o sea, por la capacidad de escuchar, shamóa, tarea que se asocia al nivel de estudio y de comprensión de los Mishpatim, las leyes establecidas por D’s para la vida cotidiana del hombre de Israel, a las que conocemos como mitsvot. Solo así podremos, al decir de la Torá, conducir nuestros actos hacia la observancia práctica (Ushemartem va-asitem) de lasmitsvot y seremos merecedores de una Promesa: “Y guardará para ti, HaShem Tu D’s, el Pacto y la Bondad que prometió a tus padres...”.
 Hay reciprocidad en el modo de actuar de la Divinidad, pero deberemos ser nosotros los generadores de los hechos. Según el texto, hay un Pacto y una Bondad que nos pertenecen o, tal vez, a los cuales pertenecemos. Nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros hijos hoy y mañana nuestros nietos reflejan ese recorrido por la vida de un pueblo que renueva, generación tras generación, el Pacto y es recipiente de una Infinita Bondad de parte del Creador.
 “Rují asher aléja..., nos canta la plegaria cada mañana. “Mi Espíritu, el cual He puesto sobre ti”, nos dice el Todopoderoso, “y Mis Palabras que Yo He puesto en tu boca” –he aquí la singularidad de nuestro ser, receptor total- “no habrán de conmoverse de tu boca, ni de la boca de tus hijos, así como de la boca de los hijos de tus hijos”, pues se recibe para dar y así se construye un espacio de deseada continuidad, a través de la Palabra dada, entre tres generaciones que hablan de las mismas certezas. Deberemos garantizar -incluso más allá de nuestras propias fuerzas físicas y espirituales- que la Palabra de D’s -sus leyes o mitsvot- se preserve y permanezca entre nosotros, estudiándola, cuidándola con la fidelidad del corazón y practicándola en la vida cotidiana, para preservarnos genuina, auténtica, duraderamente.
 “Ve-haiá”, dice el Midrash“lashón simjá”. “Y será...” que, dicen los sabios, expresa alegría y felicidad, mientras que “Ekev, lashón anavá”, nos habla de humildad. Vivir la dimensión del ser judío debe pasar por la felicidad que genera el saberlo, por la alegría del estudio y, sobre todo, por el sentimiento de humildad que debe acompañar a ambas.
 Es tiempo de construcción en el pueblo judío, que camina hacia su tierra. Una generación concluyó sus días en el desierto, sin poder o saber vivenciar la alegría de su liberación; no alcanzó a entretejer, como no supo hacerlo ninguna generación, su saber con su entender, y ambos con las condiciones de espera, paciencia y humildad necesarias. A ella le sucede otra generación, la de sus hijos y nietos, a quienes espera el futuro de los días. Por eso fueron entrenados, a lo largo de este Sefer Debarim, por Moshé Rabenu para saber “escuchar” y para, al decir de nuestra peculiar perashá, anteponerekev a la escucha, es decir, para conservar la humildad en medio de tanta comprensión y saber.
 Pequeñas palabras, pero con grandes y profundos contenidos.
 Rab. Mordejai Maarvi. Rabino oficial de la OLEI

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