jueves, 8 de enero de 2015

Francia aprende por las malas – Por Prof. Eyal Sisser (Israel Hayom 8/1/2015)

Las gotas de lluvia, que son gotas de sangre, hace tiempo se han transformado en una abrumadora inundación, pero Francia todavía tiene dificultades para leer el claro mensaje grabado en la pared. Un ataque sigue a otro ataque aunque las reacciones del sistema francés todavía sigue tartamudeando. El presidente francés, Francois Hollande, quien visitó el periódico que sufrió el ataque terrorista, habló claramente de un “ataque terrorista” aunque se abstuvo de señalar con un dedo acusador a una persona, entidad o ideología responsable del atentado. Recordemos que tras la ola de ataques con vehículos que tuvieron lugar en Francia hace unas semanas, las autoridades competentes despreciaron los actos como acciones de personas enfermas, ignorando los gritos de “Allahu Akbar” que gritaban los que atropellaban civiles en cada una de los dos incidentes separados.
También la masacre en el diario “Charlie Hebdo” puede explicarse como un “acto de los individuos” aunque está claro que se trata de un síntoma de un problema muy profundo y arraigado, de una enfermedad mucho más dura y grave que amenaza a Francia y, de hecho, el conjunto de Europa, la enfermedad del Islam radical. Después de todo, cuando se descubre la friolera encuesta de que casi una quinta parte de los miembros de la comunidad musulmana que vive en Francia demuestra simpatía e identificación con la organización ISIS (Estado Islámico), uno puede entender el medio ambiente en donde se desarrolla el radicalismo y cuál es el caldo de cultivo para el terrorismo islámico radical en Francia.
En Francia ya se han escuchado voces que expresan su comprensión, aunque condenen enérgicamente, por el ataque terrorista. Después de todo “el periódico publicó hace unas semanas una caricatura que representan un decapitador yihadista que le cortaba la garganta al Profeta Mahoma”. De hecho, testigos en la escena del crimero declararon que oyeron cómo los terroristas declaraban que venían a vengarse. También están lo que justifican el atentado, no sin razón, a las dificultades que enfrenta la comunidad musulmana francesa, las dificultades económicas y sociales, que es el resultado de la dificultad de ser absorbida por la sociedad francesa para ser aceptados por ella.
Los franceses deberían entender que en la lucha contra el terrorismo, no hay y no se deben hacer concesiones. Y con todo el debido respeto por la comprensión a los “los motivos de los asesinos”, se deben luchar contra ellos hasta su destrucción aislando todos los intentos de resolver los problemas fundamentales que subyacen en el fenómeno. Como bien sabemos, durante muchos años nos predicaron desde Paris que Israel debía demostrar compresión por las motivaciones de los terroristas palestinos resolviendo el conflicto palestino-israelí como un requisito previo para la lucha contra el terrorismo. Ahora es Francia la que debe aprender, por las malas, que contra el terrorismo se debe combatir sin compromisos. Así también en Israel, sin importar las legítimas críticas contra el gobierno de Netanyahu por sus acciones u omisiones, lo mismo ahora debe suceder en Francia.
Es interesante ver que justamente los más grandes partidarios de la libertad de expresión cuando se trata de críticar a Israel, y a veces cuando se trata de criticar a los judíos que apoyan a Israel, son ahora los que piden demostrar comprensión hacia la sensibilidad de los musulmanes cuando se humilla la imagen del profeta Mahoma, y por extensión son los que demostraron comprensión ante  los ataques violentos y ahora asesinos que es percibido como la consecuencia por haber insultado al profeta del Islam.
El ataque demuestra que ya no podemos desconectar lo que está sucediendo en el Medio Oriente con lo que sucede en Europa. La migración masiva de millones de musulmanes a los países de la Unión Europea y la formación de grandes comunidades musulmanas que, por lo general, viven en los márgenes de las sociedades europeas crean una situación en la que ISIS “ya está aquí”, anida – ideológica y organizativamente – entre muchos jóvenes musulmanes, que son atrapados por su cosmovisión y que quieren combatir la yihad no en Siria o Irak, sino en París.
Quienes pensaban que la simpatía que manifestaban desde la comunidad musulmana en Francia se limitaría a muestras de apoyo al Hamás o el acoso a los judíos, estaba equivocado, y quien pensó que liderar decisiones pro-Palestinas en el Consejo de Seguridad le otorgaría créditos o inmunidad a los franceses, descubrirá que, con todo respecto a la cuestión palestina, ISIS y sus seguidores poseen una agenda mucho más amplia. Francia ha participado en la campaña contra ISIS en Siria e Irak y está actuando contra el Islam radical en África, y hoy le quieren cobrar por esto. Por otra parte, el líder de ISIS, el califa Abu Bakr al-Baghdadi, anunció que su objetivo es la “liberación de Europa” en el nombre del Islam, y por lo tanto, si Europa desea retirarse de cualquier participación en el Medio Oriente va a descubrir rápidamente que el Medio Oriente la perseguirá, como por cierto le sucedió a Israel en relación con el sur del Líbano o Gaza.

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