viernes, 13 de marzo de 2015

Lectura de la Torá
Libro Shmot, Parasha Vaiakel-Pekudei, 37:17-39:21
Maftir: Bamidbar 19:1-22.
Haftará: Ezequiel 36:16-38.
Comentario de Parashat Vaiakel-Pekudei
El viernes 20/3, por la noche comenzará el mes de Nisán; faltan poco menos de 20 días para que dé inicio una de las festividades más trascendentes del calendario hebreo. Pero en realidad, para lograr que Pésaj nos atraviese y no nos pase por encima, debemos prepararnos. Y es por eso que, por estos días, debemos volver a trabajar sobre el ser judío, ser que se constituye en el hacer; porque al igual que un músculo, si uno no trabaja sobre él, este nunca se desarrolla.
Nisán es tiempo de trabajo personal, familiar y comunitario. Es tiempo de reunión. Y no por casualidad, el nombre de una de las parashiot que leemos esta semana lleva el nombre de Vaiakel, “Congregó”. Así como el pueblo de Israel se volvió a congregar luego de la crisis que significó el becerro de oro para inaugurar el Tabernáculo, así debemos reunirnos nosotros hoy, para inaugurar el desafío de educarnos para la libertad.
¿Será entonces casual que el día elegido para la inauguración del Mishkán haya sido un 1ero de Nisán, hace 3000 años?
Respecto del Mishkán, es interesante señalar que la Torá utiliza los mismos términos que fueron utilizados en la descripción de la creación del mundo. Y este detalle nos llama a la reflexión. Porque la Torá, a través de las mismas palabras y la misma estructura, nos quiere enseñar que el hombre, en comunidad, tiene la capacidad de crear. Tiene la libertad de crear. Pero esa libertad creativa debe ser responsable. Porque de la misma manera que le fue otorgada la posibilidad de crear y recrear mundos y moradas, el hombre construyó ídolos y falsos dioses. De la misma manera que descubrió medicamentos, dirigió sus esfuerzos a la construcción de bombas para la destrucción de millones de sus semejantes. Es por eso que debemos educarnos para la libertad, para una libertad que sea creativa y responsable.
Nisán es tiempo de revivir el Nes, el milagro de nuestros antepasados en Egipto. Y es tiempo también de volver a ver los Nisim que nos rodean. Inmersos muchas veces hasta el cuello con todo lo malo que nos ocurre, nos olvidamos de agradecer por los milagros de la vida cotidiana. El tener un techo seguro, ropa y comida todos los días, y el estar rodeados por aquellos a quienes queremos, entre otros. Y son esos mismos milagros los que debemos multiplicar, para poder ser y fortalecernos en comunidad. Para ello debemos prepararnos en estos días que nos separan de Pésaj, porque entonces podremos llegar a la noche del Séder y abrirle la puerta a Eliahu, quien en su sentido trascendente, no es un hombre que viene en un burro a tomar una quinta copa de vino, sino la Gueula, la redención misma que se vuelve realidad cuando abrimos nuestra puerta a quien menos tiene. Es entonces que ya no esperamos a que Eliahu llame a nuestra puerta, sino que somos nosotros quienes salimos a buscarlo a él y, principalmente, a lo que él significa. Es en ese mismo espíritu que, en cada una de nuestras mesas, debemos levantar el pan para partirlo y compartirlo con aquellos que más lo necesitan, ya que son estas pequeñas grandes cosas las que constituyen el verdadero milagro. Bejol Dor vaDor…, “Generación tras generación” – como dice la Hagadá – debemos vernos y sentirnos saliendo de Mitzraim, vivenciando el milagro que acontece en presente continuo.
Con su llegada, Nisán nos vuelve a plantear un desafío. Quiera Ds ayudarnos a redescubrirnos en la posibilidad del milagro cotidiano. Y que podamos entonces crear y recrear de manera libre y responsable moradas para D’s, que no son otra cosa que moradas para todos los hombres.
Shabat Shalom!
Rabino Joshua Kullock. West End Synagogue, Nashville.

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