domingo, 19 de abril de 2015

ENTREVISTA JS CON EL PAÍS (COLOMBIA)
 
Juan Pablo II, el renovador de la Iglesia
 
El País (Colombia) – 5/4/15
 
El legado de Juan Pablo II, a diez años de su muerte ocurrida el 2 de abril de 2005, ha sido ponderado dentro y fuera del cristianismo y parece tomar forma en los caminos de renovación y modernización que recorre hoy la Iglesia Católica. El primer giro apostólico se dio el 16 de octubre de 1978 cuando el entonces cardenal polaco Karol Wojtyla fue elegido sucesor de San Pedro, rompiendo una tradición de cuatro siglos y medio de papas italianos. Investido como Juan Pablo II y su procedencia de un país comunista influyeron en su pontificado.
 
Así lo advierte Julián Schvindlerman, vaticanista argentino, para quien la participación del Papa en el plano político “resultaría crucial en el esfuerzo occidental por derrocar al comunismo”. De hecho, en el cónclave que lo eligió, Juan Pablo II exhortó a los obispos a “no tener miedo” y a rebelarse contra la opresión comunista, a la vez que se manifestó crítico del capitalismo. Schvindlerman recuerda que “el Papa dijo que el comunismo fue una medicina más peligrosa que la propia enfermedad capitalista, pero que el capitalismo salvaje tampoco era algo aceptable”. Su mensaje fue cuestionador del régimen soviético; sin embargo, le tendió la mano a Cuba y recibió en audiencia en Roma a Fidel Castro y viajó a la isla comunista.
 
En la arena interreligiosa, Juan Pablo II fue el primer Papa en visitar Auschwitz (1979), el primero en ingresar en una sinagoga (1986) desde San Pedro y en 1993 entabló relaciones diplomáticas entre Roma y Jerusalén. Al reconocer diplomáticamente al estado judío, se convirtió en el primer pontífice en ir al Museo del Holocausto de Israel y en rezar en el Muro de los Lamentos. “La imagen del Papa ante sus imponentes piedras blancas se erigió en la representación visual más destacada de la nueva era entre la grey católica y la judía”,
recuerda Schvindlerman.
 
Hernán Olano, director de Humanidades de la Universidad de la Sabana, sostiene que el legado de Juan Pablo II fue indiscutible en lo religioso, en lo jurídico y en lo político. Él desarrolla algunos de los puntos clave del Concilio Vaticano II a través de sus encíclicas. Como la expedición del segundo código de derecho canónico de la Iglesia para ajustar y modernizar el anterior, hecho en 1917. Un segundo legado -dice Olano- es la reestructuración de la Curia Romana con la constitución apostólica ‘Pastor Bonos’ en 1988. Y como jurista, expide la Constitución Política del Estado Ciudad del Vaticano, que lo reconoce como soberano y sujeto de Derecho Internacional.
 

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