lunes, 6 de abril de 2015

Señores congresistas: acaben con el acuerdo Por William Kristol

Congreso de EEUU.
"Incluso si el levantamiento de las sanciones fuera más gradual, incluso si el número de centrifugadoras fuera inferior, incluso si las inspecciones fueran más duras, lo crucial seguiría siendo que Irán va a conservar su infraestructura nuclear, incluidas sus partes más sensibles""No se levantarán las sanciones si la planta de Fordow, que el propio Obama dijo era flagrantemente innecesaria para un programa nuclear pacífico, sigue abierta. Si no hay inspecciones en todo tiempo y lugar. Si las centrifugadoras no dejan de centrifugar, o si se saca uranio enriquecido del país. Uno podría –y el Congreso debería– multiplicar los ejemplos-flecha que se pueden poner/lanzar para acabar con un acuerdo tan vulnerable"
Los analistas han explicado de distintas maneras lo malo que es el acuerdo con Irán. Pero lo importante es echarlo abajo.
¿Por qué? Porque no tiene arreglo. Incluso si el levantamiento de las sanciones fuera más gradual, incluso si el número de centrifugadoras fuera inferior, incluso si las inspecciones fueran más duras, lo crucial seguiría siendo que Irán va a conservar su infraestructura nuclear, incluidas sus partes más sensibles. Las sanciones se levantan y los inspectores pueden ser expulsados. E Irán, un Estado patrocinador del terrorismo, un enemigo de Estados Unidos, un agresivo poder yihadista, un régimen dedicado a la destrucción de Israel, estará a punto de convertirse en un Estado con armamento nuclear.
Desde luego, está bien criticar los detalles del acuerdo, que honestamente es menos un acuerdo que una cascada de concesiones a Irán. Algunos puntos son tan indefendibles que pueden ser el mejor vehículo para frenarlo o tumbarlo. De hecho, el Congreso podría legislar o proponer enmiendas en ese sentido, que se sumen al farragoso proyecto de ley Corker-Menendez. Por ejemplo: no se levantarán las sanciones si la planta de Fordow, que el propio Obama dijo era flagrantemente innecesaria para un programa nuclear pacífico, sigue abierta. No se levantarán las sanciones si no hay inspecciones en todo tiempo y lugar. No se levantarán las sanciones si las centrifugadoras no dejan de centrifugar, o si se saca uranio enriquecido del país. No se levantarán las sanciones si no se reconoce el derecho de Israel a existir. Uno podría –y el Congreso debería– multiplicar los ejemplos-flecha que se pueden poner/lanzar para acabar con un acuerdo tan vulnerable.
Pero es importante no perder de vista el conjunto, incluso si uno va a por los puntos más débiles. El acuerdo en sí es una serie de concesiones a un régimen agresivo con un historial de engaños que podrá poner a salvo sus armas nucleares. Al hacer esas concesiones, Estados Unidos y sus socios ignoran las acciones pasadas y presentes de ese régimen, lo refuerzan y envían el mensaje de que Teherán no tiene que pagar por sus trampas, mentiras, terrorismos y agresiones.
Los detractores del acuerdo desdeñamos ocultar nuestros puntos de vista y objetivos. Urgimos al Congreso a que detenga este mal acuerdo. A que acabe con él. Creemos que las sanciones, los sabotajes y la amenaza del uso de la fuerza militar pueden constreñir mejor el programa de armamento nuclear del régimen iraní que este mal acuerdo. Y también diremos que unosataques aéreos para echarlo atrás son preferibles a un acuerdo que le permita seguir adelante.
El Reino Unido tenía un régimen parlamentario, y la mayoría parlamentaria de Neville Chamberlain se aseguró de que el Acuerdo de Múnich saliera adelante. Por otro lado, la Constitución de EEUU sanciona la separación de poderes. Como explicó Hamilton en el número 75 de El Federalista:
Por muy seguro y oportuno que sea en regímenes donde el magistrado ejecutivo es un monarca hereditario encomendar a éste íntegramente el poder de hacer tratados, sería muy peligroso e imprudente confiar tal poder a un magistrado electivo con un mandato de sólo cuatro años. (…) La historia de la conducta humana no da base para esa exaltada idea de la virtud que podría justificar que una nación pusiera intereses tan delicados y trascendentales como los que se refieren a sus relaciones con el resto del mundo a la exclusiva disposición de un magistrado con los condicionantes y circunstancias del presidente de los Estados Unidos.
En este delicado momento, ha llegado la hora de que los miembros del Congreso cumplan con su deber. Ha llegado la hora de que los miembros del Congreso rechacen este tipo de concesiones de nuestro actual jefe del Ejecutivo, concesiones que pondrían a uno de los más peligrosos regímenes del mundo más cerca de hacerse con las más peligrosas armas.
© Versión original (inglés): The Weekly Standard 

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