domingo, 17 de mayo de 2015

LA ANGUSTIA DE UNA MUJER QUE LLEVÓ A CABO PRUEBAS SOBRE LA IDENTIDAD DE HITLER-Milim cultural
En las ruinas humeantes de Berlín, Elena Rzhevskaya, nacida en Belarús en 1919 con el nombre de Elena Kagan Moiseyevna y que cambió luego del fin de la guerra, inclinada sobre una radio escuchó el anuncio de la capitulación final de los nazis, aferraba una caja pequeña en su mano. Era el 8 de mayo de 1945 y en Karlshorst, en el límite de la ciudad, el alto mando alemán se había rendido a las fuerzas rusas, británicas y estadounidenses. Pero la joven intérprete del reconocimiento militar soviético fue obligada al silencio y a la cautela mientras sus camaradas de toda la ciudad irrumpieron en salvajes celebraciones.
En una caja de cigarros, forrada de satén, ella tenía escondida la carne manchada del hueso de la mandíbula de Adolf Hitler, arrancado de su cadáver apenas unos días antes por un patólogo ruso. Un cuerpo quemado que se creía era el del Führer había sido encontrado por un soldado del Ejército Rojo en el bunker días antes, pero Joseph Stalin había ordenado que se ocultara el descubrimiento..
'Sólo dos oficiales sabían lo que llevaba y yo tenía que mantener mi boca cerrada”  le contó' Rzhevskaya que en ese momento tenía 85 años a un periodista del diario inglés El Observer, en una rara entrevista concedida en su apartamento de Moscú. Los dientes de Hitler serían claves para demostrar que el cadáver era de él y sólo unos pocos elegidos sabían lo que se le había confiado a Rzhevskaya. No fue sino hasta la década de 1960 que su secreto sería revelado, Su evidencia fue suprimida por Stalin y a ella sólo se le permitió publicar sus memorias completas recién en 1986.
Todavía no han sido traducidas al inglés y la verdad completa solamente se reveló hace una década en Rusia. Su historia es un recordatorio elocuente de los celos y rivalidades que dividieron a los aliados incluso en la hora de la victoria, que ya presagiaban la Guerra Fría. Ese 8 de mayo, el día de la rendición, los soldados soviéticos gritaba de alegría en las calles de Berlín, Rzhevskaya con una mano servía vino a sus colegas, mientras que sujetaba una caja pequeña a su lado con la  otra.


'¿Te imaginas cómo me sentía? Una mujer joven como yo, que había viajado por el largo camino que hicieron los militares soviéticos desde Moscú a Berlín; para estar allí y escuchar que el anuncio de la rendición, sabiendo que yo tenía en mis manos la prueba decisiva de que teníamos restos de Hitler.
"Para mí fue un momento de gran solemnidad y emoción; esa era la victoria.
"Rzhevskaya recibió la orden de llevar los huesos al Coronel Vassily Gorbushin, el jefe de un pequeño equipo soviético secreto tuvo la tarea de identificar los restos. Las tropas soviéticas estaban obsesionadas con la búsqueda de Hitler y competían entre diferentes grupos recorriendo la ciudad a la caza de su persona...  Un soldado del Ejército Rojo vio el borde de una manta entre los terrones de la tierra recién removida en un cráter de bomba, cerca del bunker. Los cuerpos de Adolf Hitler y de Eva Hitler pronto fueron desenterrados y expertos forenses estaban encantados de encontrar huesos de la mandíbula del líder nazi en perfectas condiciones. 'Estos son los elementos claves ", dijo un médico. Tras una breve pausa para celebrar el Día de la Victoria y de una búsqueda frenética por la ciudad en ruinas, Rzhevskaya y sus dos oficiales superiores localizaaron a un asistente del dentista de Hitler que fue capaz de confirmar su identidad.

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