domingo, 15 de enero de 2017

bibihollande
Biniamín Netanyahu y Francois Hollande. El israelí le surigirió al francés, en su último encuentro, que anule el foro internacional de hoy y que, en cambio, dedique una sala donde se puedan sentar a solas él y su par palestino Mahmud Abbas para cerrar trato sin precondiciones.
Por Marcelo Kisilevski 
¿Cuál es la agenda de cada uno de los actores en este nuevo capítulo de la telenovela llamada “proceso de paz”, en que los actores secundarios del culebrón intentan lograr algún tiempo de pantalla?
Cuando se realiza cualquier conferencia en pos de la paz, se supone que debemos alegrarnos. Quien esto escribe se alegró mucho con la Conferencia de Paz en Madrid en 1991, pues era la primera vez que israelíes y árabes se sentaban en una misma mesa y en público a hablar del futuro compartido en esta región. No salió nada de allí, salvo un precedente para lo que después sería Oslo. Luego, en 1993, con el apretón de manos entre Rabin y Arafat, muchos nos emocionamos de verdad. Hoy se reúnen nada menos que 72 países en París, bajo los auspicios del presidente Francois Hollande para intentar romper la brecha hacia la paz entre israelíes y palestinos… sin los unos ni los otros. El principal problema de esta conferencia es la experiencia que tenemos tanto protagonistas como testigos: después de tantos años de intentos fallidos, nadie cree -de antemano- una sola palabra de lo que pueda salir de allí.
En breve -porque ni siquiera vale la pena el río de tinta digital, hay otras cosas que hacer- este sería el esquema de las motivaciones de cada actor en este nuevo sketch de la política internacional.
Francia y demás participantes: volver al ruedo como los hacedores de la paz. Algunos de ellos haciendo gala del mismo pacifismo europeo poscolonial multiculturalista de siempre. En el mejor de los casos, buena gente con buenas intenciones. En lo concreto, emitirán una declaración meramente declarativa (valga más que nunca la redundancia) en la que llamarán a las partes a renovar su compromiso con la solución de dos Estados y a renegar de sus respectivos funcionarios de gobierno que se oponen a ella, como lo reveló el matutino Haaretz. También, advertirán a la entrante Administración Trump de no trasladar la embajada norteamericana a Jerusalén. “Sería una decisión unilateral que puede escalar la violencia en el terreno”, dijo a Reuters un alto diplomático francés. “Cinco días antes de asumir su mando como Presidente, no es nada despreciable que más de 70 países se reúnan para llamar a la solución de dos estados, cuando su Administración podría implementar medidas controvertidas que podrían provocar una escalada”. ¿Llamar a dos estados y advertir a Trump contra el traslado de la embajada? ¿Para eso se reúnen hoy 72 países en París? Parece que sí.
EEUU: También John Kerry, secretario de Estado norteamericano, asistirá. Cinco días antes de terminar su carrera y la de Obama, la idea es reforzar el discurso del primero, hace unos días, en el que predicara su doctrina moral, principalmente contra el premier israelí Netanyahu, sobre las culpas del no avance del proceso de paz. También, intentar comprometer a la próxima administración con algún otro hecho consumado, tal como lo hiciera esa potencia con el no veto a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad. Como dijimos en una entrega anterior, Obama y Kerry intentan diseñar su paso a la historia como hacedores de la paz, y poner un alto precio a sus futuras conferencias en universidades y foros internacionales, donde podrán enseñar cómo no lo lograron… claro está, por culpa de otros.
Autoridad Palestina: no asiste, en parte por la negativa de Netanyahu a hacerlo, y en parte porque Israel no ha cumplido la precondición palestina de cesar la construcción en los territorios. Cuando, en tanto, Israel continúa construyendo -a paso lento, solo en asentamientos existentes, y solo en los bloques junto a la Línea Verde, pero construye- cabe preguntarse qué esperan los palestinos. Una de las respuestas de los analistas es que se trata de una excusa para no cerrar trato jamás por un Estado palestino que se extienda solo por Cisjordania y Gaza. Por default eso implicaría reconocer a Israel que, en términos del islamismo radical que infesta la sociedad palestina, es “una soberanía no musulmana sobre Dar El-Islam”, la morada del islam, que es tierra sagrada. Desde esta perspectiva, Mahmud Abbas, presidente palestino, temería que la solución de dos estados, con todo lo que él pueda apoyarla verbalmente, no solo dictaría su propia muerte -tal como le ocurriera a Anwar El-Sadat- sino el estallido de una guerra civil palestina, lo contrario de lo que se quiere lograr, a saber, la paz. Lo que quedaría, pues, sería el status quo, mantener las cosas más o menos como están, manteniendo bajos los decibeles de la violencia, y con logros diplomáticos simbólicos en la arena internacional que menoscaben la legitimidad de Israel, pero no mucho más. Fuentes periodísticas en Israel indicaron que la intransigencia palestina podría reducirse con la nueva Administración en Washington, ante el temor de un Trump demasiado pro-israelí. Entonces se avendrían a negociar, sin precondiciones y a precios reducidos. Suena a wishful thinking, pero el tiempo dirá.
Israel: No acepta negociar con precondiciones, recuerda a quien quiera escuchar que Arafat no esperó a que este país dejara de construir para negociar con él durante todos los años de Oslo, por lo que la precondición palestina suena a excusa para no cerrar trato por la creación de un estado palestino que se extienda solamente por Cisjordania y Gaza. Recuerdan, como evidencia, que en 2009, ante las presiones de Obama luego del discurso de El Cairo, Israel congeló la construcción en los territorios por 10 meses, sin que la Autoridad Palestina insinuara siquiera una vuelta a la mesa de negociaciones. Por otro lado, el gobierno israelí entiende que, históricamente, los foros multilaterales -empezando por el mencionado Madrid 1991- jamás aportaron a la paz, y que solo negociaciones directas, basadas en el intento de satisfacer necesidades e intereses realistas de las partes, han servido para impulsar los procesos, y no “circos de la paz” que solo ayudan a que sus organizadores y asistentes salgan bien en las fotos.
Pero hablar de la paz siempre es positivo. Feliz día de la paz para todos.

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