lunes, 22 de mayo de 2017

LAS 4 CONDICIONES PARA NEGOCIAR CON LA OLP(AP)
Según el diario hebreo Israel Hayom, El ministro de Educación Naftali Bennett habría sugerido al primer ministro, Benyamin Netanyahu, 4 condiciones para reiniciar las negociaciones con la Autoridad Palestina:
1) Que las negociaciones se lleven a cabo sin condiciones previas, tales como la congelación de la construcción en Judea y Samaria.
2) Que Israel no acepta ninguna concesión unilateral,
3) Que ninguno de los terroristas presos serán liberados.
4) Que Jerusalém permanezca indivisa y fuera de la mesa de negociación.
Históricamente, cada nuevo mandatario estadounidense, ha visto en el conflicto árabe israelí, la oportunidad de terminar su mandato con el tan preciado Nobel de la paz en sus bolsillos. Y es comprensible, ya que no se requiere ser un connotado científico o académico con teorías revolucionarias o descubrimientos que salven vidas o mejoren la calidad de vida de la humanidad, sino aparecer frente al mundo como el catalizador que logrará con soluciones occidentales, terminar con una guerra religiosa. Se entendería quizás si se buscase poner fin a una guerra como Siria, con su ya casi millón de muertos y cientos de miles de refugiados. O la amenaza atómica de Corea del Norte y su cientos de miles de presos en sus campos de concentración. O terminar con ISIS y su régimen de terror en Oriente. Tampoco se trata de que los países de la Liga Árabe, terminen de una vez con los eternos campamentos de refugiados, a los cuales el mismo presidente de la AP dejó morir de hambre en Siria, en lugar de acceder a la oferta de Israel de dejarlos radicarse en Judea y Samaria. Les son más útiles a su propaganda muertos que vivos.
Una guerra iniciada por su líder religioso, el mufti de Jerusalém mucho antes del 48, perpetuada por su sobrino Arafat, y hoy por un negador del holocausto como es Abas, no es solucionable redistribuyendo territorios de las zonas A,B y C que se acordaron en Oslo, como lo prueba la entrega unilateral de Gaza a los árabes, quienes lejos de convertirla en una isla de prosperidad para sus habitantes, la transformaron en una plataforma lanzadora de cohetes sobre las ciudades del sur y centro de Israel, obligando a bloquearla para impedir el ingreso de más armamento. Felizmente en la actualidad, los gobiernos israelíes han terminado con esa costumbre de apaciguar al mundo, con medidas unilaterales como congelar las construcciones en las zonas C de Judea y Samaria, o la liberación de terroristas, entrando a negociar los eternos nudos gordianos como la división de Jerusalém, o el regreso de los refugiados, no a Judea y Samaria, sino al Israel que abandonaron el 48.
Para desgracia de quienes vivimos en Israel, los acuerdos de Oslo, y toda iniciativa de paz posterior, tal como la entiende occidente sólo han logrado hacer correr la sangre por las calles judías y árabes. No esperamos algo diferente en estas 72 horas de visita de Trump, y de todo corazón espero estar equivocado.

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