domingo, 11 de junio de 2017

“Hay que cortarle la cabeza a la serpiente”, le repetía una y otra vez el viejo rey Abdulah de Arabia Saudí a George Bush hijo. El reptil, por si hiciera falta decirlo, no era otro que Irán, pero el arma ofensiva no era ninguna cimitarra, sino la máquina de guerra estadounidense. Ni los halcones de Bush ni mucho menos Obama satisficieron el gusto saudí por la cacería, pero el nuevo inquilino de la Casa Blanca y su corte de los milagros han devuelto la esperanza a la casa de los Saud.
'Hay que cortarle la cabeza a la serpiente', le repetía una y otra vez el viejo rey Abdulah de Arabia Saudí a George Bush hijo. El reptil, por si hiciera falta decirlo, no era otro que Irán, pero el...
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