sábado, 10 de junio de 2017

Si Israel hubiera perdido la Guerra de los Seis Días...

 

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En el Boston Globe, Jeff Jacoby se plantea qué habría pasado si los ejércitos árabes hubieran vencido a las fuerzas israelíes en 1967. A su juicio, esa victoria no había desembocado en la creación de un Estado palestino.
Obviamente, nadie puede saber todas las formas en que la historia de Oriente Medio en el pasado medio siglo habría quedado afectada si los árabes, y no Israel, hubieran prevalecido en 1967. Pero dos cosas, al menos, podemos darlas por seguras:
No habría Estado palestino.
No habría Estado judío.
Los árabes no provocaron la guerra contra Israel en 1967 para obtener la independencia palestina. Un Estado árabe en Palestina había sido propuesto por la ONU 20 años antes, pero el mundo árabe rechazó la idea vehementemente. Desde 1949, la Margen Occidental y Jerusalén Este habían estado ocupadas por Jordania; la Franja de Gaza estaba bajo control militar egipcio. Los dirigentes árabes podrían haber establecido un Estado palestino en esos territorios cuando hubieran querido. Pero el Estado palestino no les interesaba.
En la saudí Al Arabiya, Salman al Dorsary sostiene que los países del Golfo han tenido mucha paciencia con Doha en las últimas dos décadas y propone a los cataríes una vuelta a la racionalidad y a las buenas relaciones de vecindad.
La decisión de cortar todos los lazos, cerrar las fronteras y cancelar las licencias de aviación será suficiente, porque Qatar sabe que no puede existir aislada de su entorno. Es muy consciente del altísimo coste, que no puede pagar, si elige alterar la historia y la geografía.
Con suerte, el país hermano de Qatar aprenderá esta vez la lección de que el dinero no compra la geografía o la historia. Se accede a las ambiciones a través de las puertas, no de las cerraduras. Los países pueden manipular un poco y contradecirse mucho, pero no pueden oponerse a los hechos y la realidad. Un país no puede estar aislado de sus vecinos y su entorno.
Es cierto que la ruptura de relaciones ha sido la más perjudicial para Doha de toda su historia, pero es una oportunidad para despertar, recuperar el sentido común y cambiar de estrategia política.
Si Doha lo hiciera mañana, sería bienvenida con los brazos y las fronteras abiertas.
Murat Yetkin, director del Hurriyet Daily News, aconseja a Ankara que repare en lo que le está sucediendo a Qatar y se conduzca con prudencia en la arena internacional.
El Gobierno turco se dejó llevar por los vientos de la Primavera Árabe, en la idea de que podría llevar a que el pensamiento islamista dominara en los países de mayoría musulmana a través de elecciones democráticas, tal como hizo el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en Turquía, que contó con el apoyo de EEUU y de la UE en sus etapas iniciales. 
(…)
Es tiempo de que Ankara haga una nueva evaluación del cambio de equilibrios en Turquía y adopte medidas cuidadosas para no poner en peligro el interés nacional

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