| El anuncio de la muerte de Simone Veil, a quien creía inmortal, nos revuelve por dentro y nos recuerda, de la más triste de las maneras, que dentro de poco no quedará ningún superviviente de los campos de la muerte. Nuestros hijos no podrán verlos contar su testimonio y esta historia, que nos es tan cercana, quedará relegada a los libros de Historia. Su negación será aún más fácil, sobre todo teniendo en cuenta que este hecho resulta inconcebible para el espíritu humano. Seis millones de muertos, entre ellos mujeres, niños, ancianos y bebé |
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