martes, 18 de julio de 2017


No me voy a olvidar nunca de aquel 18 de Julio de 1994.
No me voy a olvidar que yo estaba trabajando en Mc Cann Erickson, y que sonó mi interno y que mi mamá me decía a los gritos: estoy bien! Estoy bien! Voló la AMIA. Seguro fue un escape de gas. No me olvido de su tono desesperado. Y eso que dos años antes ya había pasado lo de la Embajada, pero mi mamá en ese momento no imaginó lo de la bomba. Una bomba contra un grupo de personas que como vos y yo , ese lunes, a las 9.53 de la mañana estaban simplemente trabajando.
No me olvido que salí corriendo con Mariela, y que llegamos rápido.
No me olvido de los escombros, de la sangre, de los pedazos de cuerpos, de los vidrios y las sirenas.
No me olvido de que milagrosamente la encontré a mi mamá entre el caos. Nos abrazamos mucho sin todavía tener tanta conciencia del horror y de lo que había pasado.
No me olvido de esa chica rubia que lloraba sola en una esquina. Era novia de uno de los Schalit, tratamos de ayudarla y nos contó que su novio, su hermano y su primo habían venido a sepelios para hacer el trámite por el entierro de su abuelo. Después nos enteramos que que los 3 habían muerto ese día.
No me olvido de la cara de mi abuela, que sobreviviente del Holocausto jamás pensó que a su hija le tocaría volver a vivir el odio y el antisemitismo de esa manera.
No me olvido de mi papá y las horas de angustia hasta saber que mi mamá estaba bien. No me olvido de Mirta, la secretaria de mi mamá que murió también ese día y de sus tres hijitos varones que ya habían sido abandonados por su padre y ese día también se quedaron sin madre.
No me olvido de Ileana M, que con sus 21 años había ido a buscar trabajo y ese día murió ella y su proyecto de amor.
No me olvido de esa mamá que trabajaba en la bolsa de trabajo con su hija y que sus cuerpos aparecieron abrazados.
No me olvido de los testimonios de los familiares que tras unos días buscaban a sus hijos, esposos y esposas que todavía no aparecían. Como yo sabía escribir a máquina me ofrecí a ayudar y labrar actas para la policía. Algún detalle para reconocer el cuerpo?, era la pregunta clave. Y no me olvido de esos gritos desgarradores cuando venía el rabino a decirles que había aparecido el cuerpo.
No me olvido de los chicos voluntarios que buscaban entre los escombros y de la gran solidaridad de la sociedad argentina pero tampoco me olvido el día que suspendieron las donaciones de café porque un infradotado había mandado un termo con kerosene.
No me voy a olvidar nunca, de la primera marcha con los paraguas, y de la segunda, y la tercera, y la cuarta y de la esperanza de que todo se esclarezca y otra vez la desilusión.
No me voy a olvidar nunca de que se sabe que fueron los Iraníes, apoyados por una célula local, un grupo de policías de la bonaerense que se vendieron porque total solo había que volar por los aires a unos par de rusos de mierda.
No me olvido del patrullero que tenía que custodiar la puerta de AMIA y que ese día oh casualidad no estaban.
No me olvido de la gente que decía que también murieron personas inocentes, como si trabajar en una mutual donde funcionaba una bolsa de trabajo, un departamento de educación, ayuda para los viejos y sepelios, te hiciera culpable de algo.
No me olvido de nada, porque se acerca el 18 de Julio y después de 22 años vuelvo a sentir la misma angustia, el mismo dolor, la misma sensación de muerte e injusticia.
Y escribo esto para que no nos olvidemos de ninguno de los 85 muertos, ni de sus familias, ni de sus sueños truncos.
ESTE 18 DE JULIO, TODOS PEDIMOS JUSTICIA. #MemoriaAmia
Anita Epelbaum de Weinstein AMIA

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