Se cumplen ya 23 años del Atentado a la Amia y nos preguntamos, cual será la forma, la manera de lograr que la justicia se involucre, se haga presente y que juzgue, condene y nos diga quienes vinieron del extranjero con su misión asesina y quienes fueron los cómplices locales.
Queremos saber por que continúan gozando de su vida, su libertad cuando hace 23 años, 85 vidas y quién sabe de qué otra manera cuantas más, estamos hablando de sus familias, fueron destrozadas en un terrible ataque criminal. No es esta una aspiración utópica, es el deseo y la necesidad impostergable que debe tener una sociedad que se considera y se dice civilizada, a tener el acto reparatorio que solo puede otorgar la acción de la justicia y el castigo de los culpables.
Y pensamos lo mismo con respecto a los muertos del Atentado de la Embajada de Israel, no pueden permanecer tan impúdicamente libres e impunes los asesinos de tantas personas, los responsables de este mal de la impunidad que corroe nuestra sociedad. Nosotros nos interrogamos sobre que pensarán sobre nosotros, sobre nuestra generación y sobre nuestro tiempo los argentinos del futuro, si es que aun conservarán memoria de estos hechos.
Solo podemos responder que tenemos un profundo sentimiento de vergüenza, de rabia e impotencia. Hasta ahora no hemos sido capaces de lograr nada y ellos los homicidas, desde las sombras, continúan burlándose, no pudimos honrar las memorias de sus víctimas porque hasta ahora sobre ellos no ha caído el brazo, se supone que muy largo de la justicia
Es de desear que en algún momento, podamos reunirnos un 18 de Julio solo para recordarlos y homenajearlos celebrando la prisión de sus verdugos.
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