alma enamorada de un poeta y sus letras, sin
rostro sin nombre sin lugar
y sin distancia.
En la escritura hablaré de aquellas noches
interminables, de amaneceres
que esperábamos el sol tomados de las manos,
de nuestras bocas sedientas,
de nuestros cuerpos ardientes, de nuestras
promesas inconclusas.
¡Pero no temas, nada estará escrito, nadie
nunca podrá leerlo; será tan sólo
para los dos!
Te dedico sin dedicatoria; la dedicatoria
saldrá de tu corazón…
Mario Beer-Sheva
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