jueves, 10 de agosto de 2017

Revista de Prensa

Libia: Qatar debe dejar de apoyar a lo peor de lo peor

 

Bandera libia.
Jonathan Schanzer, vicepresidente de la Foundation for Defense of Democracies (FDD), escribe enNewsweek un artículo de título harto contundente y llamativo sobre las actividades de Doha en el avispero libio.
Continúan produciéndose acusaciones sobre el mal comportamiento de Qatar en Libia. La semana pasada el portavoz del Ejército libio calificó a Qatar, Sudán y Turquía como “la tríada del terrorismo” en su país. Asimismo dijo que este año “varios aviones cataríes han aterrizado con regularidad en Libia para apoyar a grupos terroristas”.
No es probable que se ponga término a la guerra libia en el corto plazo. Ni la crisis del Golfo [que enfrenta a Arabia Saudí, Egipto, Emiratos y Bahréin con Qatar] (…) Pero poner fin a la injerencia catarí en Libia podría facilitar la resolución de ambas.
Ariel Bolstein, fundador de Faces of Israel, arremete contra la cadena catarí e insta a Jerusalén a combatirla como lo que dice que es: una poderosa arma en manos de los gobernantes del emirato.
El plan para cerrar las oficinas de Al Yazira en Israel, anunciado el domingo por el ministro de Comunicaciones, Ayub Kara, es un paso bienvenido.
Pero no es suficiente (…) Al Yazira no es un medio de comunicación sino un arma del emir de Qatar, que la dirige contra todo lo que quiere dañar (…) y abre fuego.
(…)
Sin duda, los activistas antiisraelíes tratarán de presentar nuestra lucha contra las mentiras de Al Yazira como una violación de la liberta de expresión. Necesitamos estar preparados para desacreditar tales acusaciones. (…) debido a las campañas rusas de propaganda, recientemente algunos países occidentales han despertado (…) y empezado a comprender el daño potencial que pueden sufrir con esos pseudo medios de comunicación.
Es la denuncia de Azim Ibrahim, del US Army War College, que considera que Washington ha sidovíctima de la ley de consecuencias no deseadas, por la que la realidad acaba presentando un cariz completamente diferente al que se buscaba al trazar un determinado curso de acción.
(…) en el imaginario nebuloso de los neocon de Bush, se suponía que las guerras de Afganistán e Irak iban a contener a Irán y a consolidar la influencia americana sobre la región y sobre sus cruciales recursos energéticos. De hecho, han conseguido exactamente lo contrario: han garantizado la influencia iraní desde el Mediterráneo hasta el Paso Jáiber [en Pakistán]. Una influencia que, en un extraordinario vuelco de los acontecimientos, ha empezado a trascender las divisiones sectarias. ¿Cabe sorprenderse de que los aliados regionales de EEUU, Arabia Saudí, Turquía e Israel, sean cada vez más asertivos y beligerantes ante el auge de Irán?

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