El verano pasado, todo lo que quería Adar M., un estudiante israelí que vive en Alemania, era viajar de Frankfurt a Bangkok. Él compró un pasaje con Aerolíneas Kuwait, que provee cada año un servicio global a miles de clientes en todo el mundo. Excepto a los israelíes, a quienes la aerolínea se niega a trasladar.
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