Quedó huérfana en Corea, la adoptaron desde EEUU y ahora es judía ortodoxa
La historia de Caitlin Chana Bilek comenzó en la nación asiática, siguió en Richmond, en Estados Unidos, y dio un giro radical en Jerusalén
- Su historia de vida podría fácilmente transformarse en una película para televisión, de esas que arrancan sonrisas y lágrimas: quedó huérfana en Corea del Sur, la adoptó una familia de Estados Unidos, y ahora es judía ortodoxa y esposa de un rabino.
Chana nació en 1982 y, antes de que cumpliera dos años de edad, fue abandonada en un hotel, donde los empleados la encontraron y alertaron a la policía, que la llevó hasta un orfanato.
- Las cosas no arrancaron bien para la niña surcoreana: estaba desnutrida y tuvieron que posponer el viaje hasta Richmond, en Virginia, Estados Unidos, desde donde la habían adoptado. Cuando se mejoró, contrajo varicela y el orfanato tuvo que postergar una vez más su salida.
Finalmente, pudo volar hasta su nuevo hogar, donde sus nuevos padres, Bill y Millie Hill, la estaban esperando. Mantuvieron parte del nombre que le habían puesto en el orfanato (Yoon-Hee Park) y la fecha de nacimiento estimada (11 de mayo).
- Ya con su nuevo nombre, Caitlin Yoon-Hee Hill, la niña empezó a navegar un complejo mar de identidades: Bill era judío, Millie no.
- En los primeros tiempos atendían los servicios de una iglesia unitaria. Los sábados a la mañana iba a la escuela coreana, para no perder las raíces.
- Más adelante la situación cambió radicalmente. Sus padres adoptaron otra niña (de Tailandia) y, sorpresivamente, Millie quedó embarazada. Cuando llegaron las nuevas hermanas, la familia decidió unirse a una sinagoga reformista y comenzar su camino hacia el judaismo.
Cuando Caitlin (la futura Chana) cumplió diez años, se convirtió junto a su madre y sus dos hermanas, en un proceso que incluyó varios viajes hasta una "mikve" ubicada a dos horas de recorrido en automóvil.
- Bilek, contó un perfil de la joven sudcoreana que publico el portal estadounidense Jew in the City, siguió asistiendo a la escuela coreana los sábados «y a la escuela hebrea los domingos: ambas eran parte integral de su identidad».
Sus padres la llevaban a festivales coreanos, le enseñaron a preparar sushi coreano y se familiarizó con la cultura de su país de origen.
- Pero también celebró su bat mitzvá y participó del movimiento juvenil de la Bnei Brith.
- En un momento fueron Bill y Millie los que dieron otro paso: se hicieron ortodoxos y comenzaron a llevar una vida kosher y mirar hacia Israel, adonde enviaron a Caitlin para un programa religioso.
- La futura Chana recibió en Jerusalén el consejo de un rabino ortodoxo y se convirtió… una vez más, pero de manera más estricta.
Durante aquel viaje, en un hotel de la capital israelí, Caitlin/Chana conoció a Raffi Bilek, quien se convertiría en su esposo.
Ambos viven ahora en Baltimore, en el estado de Maryland, él es rabino y consejero familiar, y ella es también consejera, y rebbetzin.
- «La cultura tradicional de Corea -le dijo Chana a la publicación norteamericana- tiene muchos paralelismos con la judía: enseñan a honrar a los padres, a ser honestos, a trabajar duro y a ser sensibles».
- «Para mí -aseguró la mujer ortodoxa llegada desde Corea-, ser judía tuvo mucho de una base genética que tenía sentido, lo puedo sentir en mis huesos».
Raffi y Chana residen en un barrio ortodoxo de Baltimore y tienen cuatro hijas, quienes siguieron su ejemplo y viven como judías ortodoxas pero sin perder de vista sus raíces asiáticas.
- «Mi hija mayor -reveló Chana- quiere que la lleve a Corea, y yo también quiero volver», porque, después de todo, no hay rencores ni malos recuerdos, y «creo que mi madre biológica me cuidó lo mejor que pudo» en medio de una situación de pobreza, afirmó.
Junto a su esposo, esta madre que en su sitio de internet se presenta como una «judía ortodoxa coreana-estadounidense adoptada», trabaja en un centro de terapia familiar y de parejas.
- Como parte de su labor, «hablo con y para muchas personas diferentes, padres adoptivos y adoptados, padres biológicos e hijos naturales, trabajé con no judíos y judíos de todo tipo: observantes y no tanto, Jabad y reformistas».
En todo caso, subraya, «todos tenemos algo en común: estamos en una búsqueda: algunos buscamos nuestras raíces biológicas, nuestras identidades heredadas, nuestro yo histórico», pero al mismo tiempo «todos buscamos algo más grande, a Alguien más grande», concluye.
Israel Economico


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