NETANYAHU SUPERA LA PRUEBA DE BEGIN
La destrucción del reactor nuclear de Irak en 1981 estableció una doctrina que perdura hoy día.
traducida por Marcela Lubczanski
Por Amit Segal
Junio 19, 2025
El mundo tiene una deuda de gratitud con el primer ministro de Israel—no con Benjamin Netanyahu sino con Menajem Begin, quien concibió la estrategia de no proliferación nuclear de Israel.
Begin se desempeñó como el primer primer ministro de la derecha de Israel desde 1977 a 1983. A los tres años de su mandato, él se enteró que el Irak de Saddam Hussein estaba construyendo un reactor nuclear. "Estoy atormentado por esto," dijo Begin al Parlamento. "Veo ante mis ojos a mis dos pequeños sobrinos asesinados en el Holocausto, y a todos los niños de Israel. Por entonces era el gas; ahora es el veneno radiactivo.”
Begin estaba atormentado, pero no paralizado. En junio de 1981, él envió ocho pilotos israelíes para destruir el reactor, que entonces se pensaba estaba más allá del alcance de los aviones F-16 de Israel fabricados en Estados Unidos. Al día siguiente, la condena internacional no se enfocó en el dictador que estaba buscando armas nucleares sino en la democracia que estaba intentando detenerlo.
El President Ronald Reagan, generalmente amistoso hacia Israel, estaba furioso con Begin por utilizar armas defensivas de forma ofensiva. Reagan impuso un embargo parcial de armas sobre Israel y se unió a una resolución de Naciones Unidas que condenó el ataque. Begin no fue disuadido: "Incluso si es aprobada una resolución, e incluso si los estadounidenses votan a favor de ella, nosotros sobreviviremos. Si ese reactor hubiese sobrevivido, nosotros no lo habríamos hecho."
Había nacido la doctrina Begin. Israel nunca permitiría que naciones hostiles adquieran armas nucleares. Israel es un país pequeño, y de "una bomba," en las palabras de Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, ex presidente de Irán. La no proliferación nuclear es de importancia existencial.
La doctrina desde entonces ha sido una bendición para los amigos de Israel. Durante la Guerra del Golfo de 1991, el Secretario de Defensa Dick Cheney envió una carta de gratitud a Israel por destruir el reactor de Irak en 1981. Sin las acciones de Israel, nadie podría haber salvado a Kuwait de las garras de Saddam Hussein.
La doctrina enfrentó otra prueba en el año 2007, cuando Siria estaba construyendo en secreto un reactor nuclear profundo en el desierto. Agentes del Mossad lo descubrieron casi accidentalmente, a través de la computadora portátil de un alto funcionario sirio que estaba visitando un hotel en Viena.
El Primer Ministro Ehud Olmert le pidió al Presidente George W. Bush que ataque, pero el Sr. Bush se negó. Entonces el Sr. Olmert ordenó ataques aéreos israelíes. Imaginen si el levantamiento sirio del año pasado hubiese estallado mientras Bashar al-Assad poseía armas atómicas.
La prueba más grande llegó para el Sr. Netanyahu. Los ayatolas de Irán se enteraron de los ataques israelíes previos y desperdigaron su programa nuclear a lo largo del país. El Presidente Barack Obama firmó un acuerdo nuclear que dejaba intactas las instalaciones de Irán, y el Presidente Biden se opuso abiertamente a un ataque israelí.
A pesar de estas dificultades, el Sr. Netanyahu aprobó la “prueba Begin” con distinción. Persuadir a la administración Trump de apoyar el ataque fue un éxito diplomático histórico. Los ayatolas extienden sus tentáculos a lo largo del Medio Oriente, pero ahora Irán se encuentra completamente vulnerable.
Si tan sólo el mundo libre hubiese adoptado su propia doctrina Begin contra países como Corea del Norte y Pakistán, para que la rabieta de un dictador no pudiera llevar a un invierno nuclear. Al menos Israel se ha convertido en el escuadrón anti-bombas del mundo, un golpe de buena suerte por el cual podemos agradecer a Menajem Begin.
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