viernes, 4 de febrero de 2011

¿CUÁL ES LA VOUNTAD DEL ETERNO?

Horario (Bs As) Encendido Velas de Shabat 4/Feb/11 19:43 Hs. - Motzaei Shabat 5/Feb/11 20:38 Hs.

Perashat Terumá

En la Perashá Terumá se describe la construcción, no solo del Mishcán, sino también de los Objetos Sagrados. Uno de ellos (el más importante), era el Arón HaKodesh, el Arca Sagrada que contenía las Tablas de la Torá. En la cubierta superior del Arón HaKodesh estaban esculpidos dos Kerubim (figuras de pequeños ángeles) con sus alas extendidas. En la Perashá figuran que los Kerubim tenían los rostros “mirando uno a su compañero” (Shemot XXV 20), y en otro Pasuk del Tana”j encontramos que las figuras “miraban hacia la Casa” (Dibré Haiamim III 20), es decir, que se daban la espalda y dirigían sus rostros hacia las paredes del Mishcán (o Bet HaMikdash). La disimilitud de la descripción no constituye una contradicción.
En el Midrash figura que se producía un milagro, y a veces se podía ver a los Kerubim mirándose de frente, y otros, dándose la espalda. “Cuando el Am Israel cumplía la Voluntad del Eterno”, señala el Midrash, “los Kerubim se miraban uno a su compañero”. Y cuando no cumplían la Voluntad del Eterno (cometiendo pecados), los Kerubim miraban hacia la Casa”.
El libro “Pardés Iosef” le otorga a este párrafo del Midrash una explicación filosófica:
Si el hombre quiere cumplir la “Voluntad del Eterno”, no debe preocuparse solo de sí mismo, sino por su compañero. Debe velar para que quien tenga frente a él, sea también un buen Iehudí y que tanto éste como sus hijos estudien y practiquen la Torá. La Voluntad del Eterno reside en que cada uno “mire a su compañero” y piense uno en el otro.
En cambio, cuando la persona solo piensa en sí misma, y lo único q ue le interesa es lo suyo; cuando la mirada del Iehudí mira nada más que “a la casa” (a su propia casa, de manera egoísta), entonces quedará claro que este Iehudí no está cumpliendo con la Voluntad del Eterno…
(Ma-iená Shel Torá – Terumá)



DE UNA PEQUEÑA SEMILLA, UN GRAN ÁRBOL

No siempre se da cuenta la persona, lo que consigue por medio de la realización de una Mitzvá. Más aún cuando esa Mitzvá es fácil y cómoda. Cada vez que un Iehudí aporta una insignificante moneda para Tzedaká (Caridad) y beneficia al pobre, obtiene para sí muchos mas beneficios de lo que se imagina:

1. El que da una moneda a un necesitado, recibe a cambio seis Bendiciones de HaShem, que es la Esencia de la Bendición.
2. Al que, además de la moneda, alienta y consuela con palabras al menesteroso, le asignan del Cielo once Bendiciones adicionales, como está escrito en la Guemará. Y todo, gracias a la moneda original que aportó.
3. El que aporta una moneda para Tzedaká recibe en el futuro los frutos, y los frutos de los frutos, de esa acción caritativa. Pues HaShem toma esa moneda y la siembra, cual una semilla, creciendo de ella un enorme árbol lleno de salvaciones y curaciones. Como decimos diariamente en la Tefilá (Plegaria): “HaShem siembra las Tzedakot (Plural de Tzedaká) y hace brotar de ellas salvaciones”.

Imaginemos una persona que toma una semilla y la introduce en la tierra. Podrá crecer luego un árbol gigantesco, con un frondoso follaje e innumerables frutos; todo esto, gracias a la acción de un ser humano, cuya fuerza y poder es limitado. Qué diremos entonces, cuando el que siembra es el Creador del Mundo, Omnipotente y Todopoderoso… ¡Los frutos que crecerá de esa semilla, será ilimitados como Él! Y de ellos saldrán Bendiciones para quien aportó “la semilla”, protegiéndolo junto a su familia y junto a todo el Am Israel, por los siglos de los siglos…
(Leb Eliahu – Terumá)



LA MESA JUDÍA ES UN ALTAR


“Y harás una mesa de madera de cedro” (Shemot XXV 23). Con estas palabras, HaShem ordena la construcción de una mesa ritual que quedará emplazada en medio del Mishcán, de la cual se servirán los Cohanim (Sacerdotes Hebreos) los panes para los Oficios.
En el Libro del Profeta se describen los Objetos Sagrados del Bet Hamikdash: “El Mizbéaj (Altar de los Sacrificios) era de madera y medía tres codos de alto…” El último Pasuk del párrafo dice: “Esta es la mesa que está frente a HaShem”. Nuestros Jajamím del Talmud analizaron el motivo por el cual la descripción comenzó con el Mizbéaj y acabó con la Mesa Ritual. Llegaron a la conclusión de que, en la época en que el Bet Hamikdash estaba construido, el Mizbéaj cumplía la función de perdonar y purificar al Am Israel de sus pecados (por los sacrificios que allí se efectuaban). Hoy que no tenemos el Bet Hamikdash, es la masa del hogar del Iehudí, lo que expía a cada uno de sus faltas (Berajot 55.).
De aquí podemos ver qué tan grande categoría espiritual posee la mesa de cada casa judía, que perdona y purifica a sus moradores, como si fuera un verdadero Mizbéaj del Bet Hamikdash.
Pero, ¿cuándo ocurre esto? ¿Cuándo una mesa adquiere las mismas propiedades del Mizbéaj? Cuando en el hogar se cumplen todas las leyes relativas a la Mesa Judía, que establece nuestra Torá.
Cuando una familia se conduce con educación y respeto a la hora de comer; cuando cuida las normas del Kashrut; cuando se pronuncian las correspondientes Berajot (Bendiciones) por cada alimento, entonces la mesa de ese hogar se constituirá en un Mizbéaj, y todos los miembros de ese hogar recibirán los beneficios de verse perdonados de todo pecado…
(Ialkut Lekáj Tob – Terumá)



UNA GALLETA CON MIEL

“Yo ya estoy un poco anciano”, murmuraba el Sr. Abraham, un poco para sí mismo un poco para su esposa, que e4staba al lado suyo. “Ya estoy un poco anciano, y aún no tuve el privilegio de comer una galleta con miel, como la que se menciona en la Torá. ¿Cómo me voy a despedir de este mundo sin haber probado, aunque sea una vez, aquel alimento tan elogiado?”
Luego se dirigió resueltamente a su esposa y le dijo: “Y tú, esposa querida, que cuando eras joven serviste como cocinera en casa de ricos, ¿podrías prepararme alguna vez ese manjar? ¿Te lo agradeceré mucho…!”
“¡Ay, esposo querido!”, respondió la mujer. “¿Qué te ha pasado, que a esta edad se te ha despertado el deseo de una comida especial? ¿Y de donde sacaré yo la miel, para preparar esa galleta que pides? Tampoco harina refinada tengo. ¿Con qué quieres que compre todo eso? ¿Acaso con las pocas monedas que tenemos? ¡Si apenas nos alcanza para comer y subsistir! Lo único que tenemos en esta casa es pan negro y pescado en salmuera. ¿Cómo quieres que haga esa dichosa galleta con miel?”
El Sr. Abraham insistió: “Mujer: Arde dentro de mi el ansia de comer esa delicia. Si no tienes miel, reemplazala con agua azucarada. En lugar de harina refinada, puedes utilizar pan negro molido. Para lo demás, trata de arreglártelas como puedas. Pero por favor: ¡Concede mi pedido!”
La esposa del Sr. Abraham era una mujer virtuosa, y quería satisfacer a su marido como fuera posible. Hizo lo que le pidió, de la manera que él le sugirió, y puso la “galleta con miel” en un plato, para que él la comiera.
Al verla, los ojos del Sr. Abraham se iluminaron. Pero cuendo probó aquel intento de alimento, su rostro dibujó una pronunciada mueca de disgusto.
“¡Ajjj…!” Exclamó el Sr. Abraham, y agregó: “¿Esto es lo que dicen que tiene sabor a Man? ¿Por esto se vierten tantas alabanzas? ¡Ya veo que no he perdido nada, si a lo largo de mi vida jamás había probado la famosa `galleta con miel´. Al fin y al cabo, ¡un pedazo de pan negro con pescado en salmuera sabe mucho mas sabroso que esto…!”
Todos hemos escuchado acerca de las cualidades extraordinarias de la Torá, y acerca de las virtudes inigualables de quienes la estudian.
Cada Shabat, en la Tefilá Shajarit (la Plegaria Matutina) pronunciamos los Pesukim (plural de Pasuk) que aseguran que la Torá “revive al alma”, que las Leyes de HaShem “alegran el corazón” y que “iluminan los ojos”. También decimos que los Juicios de HaShem “son tan agradables como el oro y los tesoros mas valiosos, y tan dulces como la miel…” Escuchamos muchos relatos sobre los Grandes de Nuestro Pueblo, que mediante el Estudio de la Torá alcanzaron alturas espirituales increíbles…
Vamos a admitir la verdad: también a cualquiera de nosotros nos invade el deseo de experimentar esas sensaciones tan elevadas. Cuando observamos a esos estudiosos de la Torá, queremos sentir lo mismo que ellos sienten…
En el Pirké Abot figura: “Todo aquél que se dedica al Estudio de la Torá, se eleva”. Muchas personas que antes lo observaban y después se entregaron al Camino Correcto, atestiguan que ninguna satisfacción material o física es comparable a la satisfacción que se tiene cuando se estudia Torá. Y esto realmente mueve a la persona a querer probar… ¡Pues lo que hay que hacer es probar!
Y debemos saber que la experiencia no la viviremos plenamente en los primeros cinco minutos de estudio, sino después, con el tiempo.
De todos modos, vale la pena… Vale la pena invertir unos minutos, para luego tener años de felicidad…
Pero antes, recordemos lo que sucedió con el Sr. Abraham:
Si queremos probar el verdadero sabor de la Torá, recurramos a los auténticos representantes de ella, no a las imitaciones…
(El Hamekorot III 85)



Extraído de "HAMAOR de MEXICO"

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