lunes, 6 de junio de 2011

EL PRESIDENTE OBAMA TIENE OBJETIVOS CORRECTOS SOBRE LA PAZ ISRAELI-PALESTINA, PERO LA ESTRATEGIA EQUIVOCADA

Por Alan M. Dershowitz

Ahora que el Primer Ministro Netanyahu está de regreso en Israel y el Presidente Obama esta de regreso aquí, es hora de evaluar el efecto que sus discursos en duelo han tenido sobre las perspectivas para la paz.
Hay una conclusión fáctica en la que israelíes y palestinos estan completamente de acuerdo: tras el reciente discurso del Presidente Obama - y la explicación repetida de el -- sobre el conflicto Israel-Palestina, estamos más lejos que nunca de las negociaciones de paz. El presidente Obama ha conseguido, de una sola vez, endurecer las posiciones de ambas partes y crear desconfianza hacia él por parte de israelíes y palestinos por igual.
Mi crítica al presidente no está dirigida a si es pro-Israel o anti-Israel, pro-palestino o anti-palestino. De hecho, creo que sus acciones no han sido motivadas por un antagonismo hacia el estado judío. Él simplemente no entiende la dinámica de la negociación de Medio Oriente. Estoy decepcionado con él, no porque apoye a Israel (lo cual hago), sino porque yo apoyo la paz basada en una solución de dos estados. Estoy de acuerdo con el Presidente Obama acerca de su "extremos", mientras que no concuerdo acerca de sus "medios".
De hecho hay muy poco en el contenido de las declaraciones del presidente con lo que no concuerdo. Más bien, es con su estrategia de negociación, su constante necesidad de explicarse, y su sordera de tono absoluta a la música, como distinta de la letra.
El presidente ha pedido a los israelíes que acepten negociar nuevas fronteras sobre la base de las líneas de 1967, con intercambios de tierra. Pero lo hizo sin pedir a los palestinos aceptar bajar su demanda que a millones de los llamados "refugiados" - los que huyeron o abandonaron Israel durante los ataques árabes de 1947-1949 contra el estado judío, y a sus descendientes - se les permita "retornar" a Israel. Nuevas fronteras no tendrían sentido si esta bomba demográfica fuera a ser lanzada sobre Israel, convirtiéndolo en un nuevo estado árabe con una mayoría palestina. Todo el mundo sabe, como cuestión de realidad, que esto no va a suceder, al igual que todo el mundo sabe que Israel finalmente dará la mayor parte de Cisjordania como lo hizo con la Franja de Gaza. Pero es fundamental para cualquier negociación exitosa que estas dos cuestiones - fronteras y "derecho al retorno" - se negocien juntas. Los israelíes nunca estarán de acuerdo con fronteras generosas para los palestinos a menos que estén seguros que su identidad como nación-estado del pueblo judío no sea demográficamente recortada por "el derecho de retorno". Y los palestinos nunca renunciarán a su derecho al retorno cargado emocionalmente que es un prerrequisito claro para lograr la condición de estado con fronteras generosas. La estrategia de Obama - exigir fronteras generosas de Israel primero y dejar el derecho al retorno para posteriores negociaciones - es una receta para el estancamiento.
El presidente también ayudó a consolidar el statu quo, expresando su acuerdo con la negativa de Israel a negociar con un gobierno palestino que incluya a Hamas - a menos que ese grupo terrorista primero renuncie a la violencia, acepte a Israel y apoye los acuerdos previos. La posición actual del gobierno israelí es invitar a la Autoridad Palestina a iniciar negociaciones ahora, pero insistir en que, como parte de las negociaciones y antes de cualquier acuerdo final, que Hamas acepte las condiciones actuales del presidente o sea excluido del gobierno. Pareciendo ir más allá que el gobierno israelí - justificando aparentemente una negativa de Israel, incluso a iniciar negociaciones con la Autoridad Palestina hasta que Hamas acepte las condiciones o la Autoridad Palestina rechace a Hamas - el presidente ha hecho más difícil para el gobierno de Netanyahu resistir a las demandas de los extremistas israelíes que se oponen a todas las negociaciones.
El Primer Ministro Netanyahu había previsto inicialmente venir a Washington con una propuesta de paz generosa para atraer a los palestinos a volver a la mesa de negociación. Pero el presidente Obama lo pintó en una esquina y le hizo cambiar su guión notificandole,
cuando estaba a punto de abordar su avión, que el presidente iba a pedir que Israel a regrese a sus líneas de 1949-1967, sin pedir también a los palestinos renunciar a su derecho al retorno. Por tanto, adelantándose al Primer Ministro, el lo obligó a volverse más defensivo de las posiciones de negociación de Israel y menos dispuesto a ofrecer concesiones específicas y generosas. El resultado fue un poderoso discurso en defensa de Israel por parte de Netanyahu, una respuesta abrumadoramente positiva por parte del Congreso, y un alejamiento de las negociaciones de paz.
Con todo, las campañas bienintencionadas del Presidente Obama de poner en marcha el proceso de paz han fracasado, no tanto porque favorezca a un lado por sobre el otro, sino por la falta de tacto de su estrategia de negociación. Un negociador o mediador cuyas declaraciones alejan más a las partes de la mesa de negociación de lo que estaban antes que el hablara merece una calificación reprobatoria en ciencias de la negociación.
Ahora hay un consenso generalizado que el presidente Obama no debería haber pronunciado el discurso que dio, sobre todo la parte de las líneas de 1967 y los intercambios de tierra. Lo que el Presidente debería haber hecho era insistir en que ambas partes esten de acuerdo de inmediato en sentarse a negociar sin condiciones previas. No es demasiado tarde. Pero hará falta otra "explicación" de lo que el presidente Obama realmente quiso decir en su discurso mal aconsejado.

Traducido por Luisa Kasvin para el blog de OSA Filial Córdoba

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