viernes, 17 de junio de 2011
NO CUENTEN CON BEIRUT
Líbano es un refugio de lavado de dinero para los chicos malos de la región.
14/6/11
Por Bret Stephens.
Los libaneses son un pueblo que como es sabido no puede concordar en nada. Entonces, cómo es que la clase política de Beirut, luego de estar bajo el control efectivo de Hezbollah (y bajo la influencia de Siria e Irán), parece unánime en su determinación de volver a nombrar a Riad Salameh para un cuarto mandato como gobernador del banco central?
Pon atención, estimado lector, porque en este drama levantino hay más que la política monetaria de un país que no llega al tamaño de
Connecticut. En la superficie, el Sr. Salameh se ha ganado su reelección al proporcionar al Líbano la medida de estabilidad económica de la que su política carece en forma notoria. Los bancos del país navegaron a través de la crisis financiera y la inflación ha sido mantenida dentro de límites razonables. En el 2009, el Sr. Salameh fue nombrado banquero central del año por la revista The Banker.
Sin embargo, un punto de vista diferente del sistema bancario libanés fue otorgado recientemente por la Agencia de Control de Drogas (DEA) y el Departamento del Tesoro, que en febrero designaron al Banco Canadiense Libanes (LCB) con sede en Beirut, como principal preocupación de lavado de dinero.
El banco, que en el 2010 tenía activos por unos u$s 6 mil millones, es acusado por la DEA de haber facilitado el lavado de dinero de una red mundial de tráfico de drogas vinculada al narcotraficante libanes Ayman Joumaa, quien, dice la agencia, estuvo moviendo tanto como
u$s 200 millones al mes a través del banco. La DEA afirma también que el LCB tenía vínculos con un Abdallah Safieddine, el enviado de Hezbollah radicado en Teherán, quien "estuvo involucrado en el acceso de los funcionarios iraníes al LCB y los principales gerentes del LCB, quienes les proporcionan servicios bancarios".
El LCB niega las acusaciones, y gracias a los esfuerzos del Sr. Salameh actualmente se encuentra en proceso de ser adquirido por unos u$s 600 millones por la filial libanesa de Societe Generale, con las bendiciones del Tesoro de los EEUU. Más sobre eso en un momento.
Mientras tanto, vale la pena recordar el último gran escándalo bancario libanés. En julio del 2003, el banco al-Madina fue tomado por el Sr. Salameh después que salió a la luz que el banco tenía un déficit de efectivo de u$s 300 millones. Pronto quedó claro que al-Madina tenía líneas laterales lavando dinero para funcionarios iraquíes y sus socios como parte de la estafa petróleo por comida de la ONU. El FBI también descubrió que al-Madina fue el banco elegido por un distribuidor de armas de Hezbollah quien una vez realizó un depósito de u$s 160 millones en el banco - en efectivo.
Pero la revelación más interesante de al-Madina tuvo que ver con sus vínculos con el régimen de Assad en Siria, el cual en ese momento tenía a su ejército en Líbano. Según un informe exhaustivo del año 2006 en Fortune, funcionarios sirios y sus amigos libaneses tomaron un recorte del 25% de los u$s 1000 millones lavados por el banco. "Entre los destinatarios de este dinero", informó Fortune "estaba Maher, el hermano de Bashar Assad" y los secuaces de la familia Assad, Ghazi Kanaan y Rustom Ghazali, quienes tomaron "más de u$s 32 millones de al-Madina." Por lo tanto, para cualquier persona que pregunta, es el sistema federal de reserva de la bestia siria.
Luego del asesinato en febrero del 2005 del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, una investigación de la ONU señaló que "en gran medida parece que el fraude, la corrupción y el blanqueo de dinero también podrían haber sido motivos" para el asesinato. Hariri, al parecer, tenía la intención de volver a abrir la investigación de al-Madina - y poner en apuros a los Assads - si el vivía para ser reelecto como primer ministro. Los sirios no tomaron bien la idea: el Sr. Salameh, de acuerdo con Fortune, "no negó los informes que Ghazali lo había amenazado para que cerrara la investigación".
En el 2006, tras la salida del ejército sirio, los expedientes de al-Medina fueron transferidos desde el Banco Central al Ministerio de Justicia. Dos funcionarios del banco fueron arrestados y encarcelados por cargos de malversación de fondos, y el resto del caso, incluyendo la parte de lavado de dinero, fue dejada para que languideciera en la memoria.
Ese también puede terminar siendo el destino del LCB. Si es así, enviará una señal a los banqueros libaneses que el precio a pagar por manejar un banco dudoso - una venta arreglada a un banco occidental - es pequeño. Y enviará una señal a los políticos libaneses que Occidente no se hará muchas preguntas acerca de un sistema bancario que en sí no hace suficientes preguntas sobre los terroristas y los tiranos que tramitan negocios allí.
Afortunadamente, la adquisición de Société Générale no es trato cerrado. Fuentes me dicen que los asesores para la adquisición han planteado preguntas espinosas sobre una cantidad de cuentas sospechosas en poder del banco LCB. Estan siendo aún planteadas preguntas en la prensa libanesa sobre la conveniencia de tener como banquero central a un hombre "que puede ser aceptado por Damasco, Washington, París, Riad y Teherán."
Dichas preguntas deben ser hechas más fuertemente. Líbano se está preparando para la revelación de las acusaciones por parte de un tribunal de la ONU en el caso del asesinato de Hariri, el cual se espera implique a Hezbollah y tal vez también al régimen de Assad. El nuevo gobierno libanés del primer ministro Najib Miqati está planeando una posición unificada en contra del tribunal.
Occidente ha apostado mucho en ver a ese tribunal tener éxito. Aplicar el máximo control a los bancos del Líbano es una manera de recordar a los políticos del país que aún puede haber un precio a pagar por hacer causa común con Hezbollah.
Fuente: The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba.
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