lunes, 4 de julio de 2011

Oriente Medio Revelaciones del líder druso Jumblatt Una victoria para la coalición dirigida por Irán

El acosado dictador sirio Bashar Assad pronunció un discurso en el que se refirió a los manifestantes como "vándalos" y volvió a repetir otra cansadora promesa de reformas. Su alocución no logró aplacar la ira de los opositores, y la revuelta popular contra su régimen continúa a buen ritmo.

Sin embargo, en el vecino Líbano, el régimen de Assad y sus aliados se anotaron una victoria.

Después de 140 días de discrepancias, Siria, Hezbollah y sus aliados llevaron a cabo la primera reunión de ministros del nuevo Gobierno pro-sirio en Beirut.

Este es un importante avance que representa un triunfo para la coalición regional liderada por Irán. También es una indicación de que las efusivas declaraciones sobre una "Siria sin Asad" pueden ser un poco prematuras.

La arquitectura estratégica liderada por Irán en el Levante, de la cual el régimen de Asad forma parte, tiene sus propias ideas sobre el rumbo de los acontecimientos. Y no incluye una pacífica capitulación al veredicto de la historia, y la subsecuente salida de la escena.

Damasco tenía un claro interés en asegurarse el surgimiento de un nuevo gobierno pro-sirio en el Líbano.

Walid Jumblatt, el líder druso del Líbano, ahora pro-sirio, dijo al periódico pro-Hezbolllah, Al-Akhbar, que "Asad le pidió a sus aliados que acelerasen la formación del Gabinete, porque [el establecimiento de] un gobierno en el Líbano, disminuirá la presión sobre Siria".

El nuevo gabinete está compuesto por 18 miembros de Hezbollah, líder de la alianza "8 de Marzo", sobre un total de 30 ministros.

Un gobierno como ese asegurará el "flanco occidental" de Siria.

Asad puede estar ahora seguro de que el nuevo Ejecutivo en Beirut apoya firmemente la represión de la sublevación popular, que se ha alzado en su contra.

Además, la cuestión a fuego lento pero potente del tribunal especial que investiga el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, está a punto de volver a tomar relevancia.

Hay informes sobre la inminente presentación de la tan esperada acusación contra los sospechosos. Ésta pueden incluir tanto a figuras del régimen sirio como a altos oficiales de Hezbollah. La formación de un gobierno libanés que trate de hacer caso omiso a cualquier acusación es esencial para Asad.

El papel de Siria en la formación del nuevo gobierno ha sido central y crucial. Sólo Asad podía haber obligado a sus clientes libaneses a hacer las concesiones necesarias para que la formación del nuevo Gabinete sea posible.

En primer lugar, el hecho de que el presidente Michel Suleiman accediera a rubricar el Gabinete fue casi seguro resultado de la presión siria. Suleiman ha perdido su capacidad para desempeñar un papel de equilibrio en el nuevo gobierno de la alianza "8 de marzo". El hecho de que aceptara su propia neutralización política indica la existencia de una presión del exterior (en este contexto, de Siria).

En segundo lugar, el acuerdo del presidente del Parlamento, y líder del movimiento chiíta Amal , Nabih Berri, a "ceder" un puesto chiíta en el Gabinete también sugiere la mano Siria.
El nuevo Ejecutivo tiene cinco ministros chiítas y siete sunitas, en lugar de una distribución equitativa - una concesión significativa de Berri, cliente de Damasco.

Centrar la atención en los tediosos detalles de las disputas del Gabinete libanés puede parecer fuera de lugar cuando Siria está en llamas y el destino de la dictadura, de 40 años, de la familia Asad en la cuerda floja. Sin embargo, el proceso político en el Líbano, ignorado en gran medida por los medios de comunicación internacionales, deberían recordar a todos los observadores que una parte clave de la estrategia del régimen a lo largo de su existencia ha sido la interferencia en los procesos políticos de sus vecinos.

Líbano, el más pequeño y más débil de ellos, se ha llevado la peor parte. Durante las dos últimas semanas, Asad ha demostrado que él y su grupo regional han sido capaces de consolidar su control sobre su vecino más pequeño.

Antes de que se hubiera despejado el polvo del último blindado sirio, en 2005, cruzando la frontera sirio-libanesa en dirección este; el régimen de Damasco ya estaba planeando su retorno al control del Líbano por otros medios. Este objetivo ha sido perseguido tenazmente durante la segunda mitad de la década pasada. Los medios utilizados por Damasco para lograrlo han consistido en la violencia política y el empleo tanto de sus propios clientes en el Líbano, así también de su aliado iraní - fundamentalmente de Hezbollah. Esta semana, con la primera reunión de un Gabinete libanés hecho posible gracias a la presión siria, el proceso ha sido completado.

El último discurso de Asad demostró que el presidente sirio no puede cambiar. No está dispuesto a someterse a la voluntad de los manifestantes.

En su lugar, ofreció vagas y vacías promesas de elecciones en agosto y el diálogo con la oposición. En términos reales, su negativa a doblegarse deja solamente una opción - luchar hasta el final.

El anuncio de un gobierno en el Líbano, dominado por Siria y sus aliados demuestra que la voluntad, la tenacidad y astucia del régimen de Asad no debe ser subestimada. En el escenario más pequeño del Líbano, Asad se negó a aceptar lo que parecía ser hace cinco años el "veredicto de la historia". En última instancia, la apelación de esta sentencia ha ganado la batalla.

Asad enfrenta menos probabilidades en su lucha actual. La persistencia de las protestas, el potencial agotamiento de la economía, la presión de su poderoso vecino turco, se han puesto todos en su contra. Pero los acontecimientos casi desapercibidos en el Líbano son testimonio de los – a veces - eficaces métodos brutales que este régimen está preparado a utilizar para alcanzar sus objetivos.

Quienes están dedicándose a atareados preparativos para una Siria sin Asad deberían entender que esto no va a ocurrir a través del mero deseo. Por el contrario, se hace cada vez más necesario un empuje occidental e internacional unido para derribar al dictador Asad, para que no recapture Siria, como ha terminado de hacerlo con el Líbano.


AURORA

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