domingo, 7 de agosto de 2011

Los palestinos sin carpas

Ron Ben Yishai

La explanada de la Iglesia de la Anunciación en Belén desborda de vida el domingo por la mañana. A la misma hora, en Tel Aviv, la temperatura ya trepó a más de 30 grados y la pesada humedad se siente en la respiración y aquí se evaporan, en las baldosas de piedra del viejo piso, las frescuras de la noche. Las madres llevan a sus hijos a la escuela y los dueños de los negocios de recuerdos levantan las cortinas de hierro. Debajo de las enormes y antiguas cúpulas de la Iglesia, en criptas separadas, rezan pequeños grupos de cristianos locales, de comunidades diversas. Los sonidos del órgano se confunden con la monótona melodía de los católicos ortodoxos, armenios y coptos. En los períodos de la primera y segunda Intifada los cristianos abandonaron, en masa, Belén y salieron a buscar su futuro en el exterior. Ahora, algunos volvieron, pero no en grandes cantidades. Junto a ellos, los turistas y los peregrinos retornan a Belén. En el interior de la Iglesia de la Anunciación, en la apertura del túnel en el que según la tradición nació Jesús esperaban, esa mañana, su turno de oración algunos grupos de peregrinos asiáticos que deseaban obtener la bendición. En el 2010, visitaron la ciudad más de un millón de turistas del exterior, la mayoría peregrinos. Medio millón visitó, en idéntico período, Jericó. Éste año llegaron a Belén alrededor de medio millón de turistas y la tendencia, en alza, continua.

La ola de levantamientos en el mundo árabe alertó - en Europa, Asia y Norteamérica- el despertar inexplicable del movimiento de peregrinos de Rusia y Europa Oriental, situación que equilibra, en cierta medida, la estadística. No sorprende que, en los dos últimos años, se construyeran 12 hoteles nuevos en Belén y sigan otros en camino. Cabe recordar, en el contexto que la mayoría de esos turistas-peregrinos disfrutan una parte importante de sus noches en los hoteles israelíes y visitan los Lugares Santos cristianos en el país. Por tanto, la economía de Israel se ve favorecida.

Sin embargo, el verdadero boom económico en los territorios de la Autoridad Palestina, ocurre, en los últimos años, no en Belén sino justamente al norte de Samaria; en la zona de Jenin-Nablus que, hasta hace cinco años, era una fortaleza del terrorismo asesino. Los responsables son los árabes de Israel que fluyen en masa y compran todo lo que cabe en sus manos: alimentos, muebles y utensilios domésticos a bajos precios (un tercio o la mitad de lo que cuestan en Israel). Uno de los motivos principales es el bajo impuesto, casi una burla, que impone la Autoridad a las mercancías, en su mayoría producidas en los territorios (en especial alimentos) y pocos en China y el sudeste asiático. La calidad es concordante con el precio. Por eso el importe resulta engañoso. Una parte importante de esas mercaderías hace su ruta en el cruce Gilboa - tras el pago de impuestos legales- a los negocios y centros comerciales del sector árabe al norte de Israel y se vende a precios más baratos a todo el que se esfuerza en llegar. Así, por ejemplo, se convirtieron los frescos pepinos de Samaria en un hit verdadero en Israel e, incluso, en Europa. En la estación de los pepinos, que terminó hace dos semanas, por recomendación del coordinador de actividades en los territorios y el Director Civil, la dirección de cruces mantuvo abierto el cruce Gilboa todo el día hasta la madrugada, permitiendo el pasaje de toneladas de pepinos verdes y frescos, directamente para el mercado israelí y la exportación.

Y eso no es todo. Quien viaja por el norte de Samaria no puede dejar de impresionarse por las intensas tareas de desarrollo para el mejoramiento de la red de caminos (con financiamiento de la Unión Europea), desde los coches Mercedes, luciéndose en el patio del local de venta de autos en Jenin, desde la Universidad norteamericana localizada al lado de la ciudad y desde el parque de diversiones y el hotel construidos sobre la colina que la observan.

Al mismo tiempo, continúa la creación de la ciudad palestina de Rawabi (al norte de Ramallah) y nuevas zonas industriales que producen cemento y piedra en Belén (emprendimiento francés), en Ramallah y otros sitios.

Israel se muestra interesada en colaborar. El subteniente Moti Almoz, jefe de la Dirección Civil, dice: “El beneficio económico tiene una influencia moderada en los palestinos y, por eso, es necesario aliviar, en todo lo posible, su capacidad de moverse con libertad tanto dentro como fuera de Cisjordania”. Los responsables de la región destinan un oído atento a las demandas palestinas e intentan achicar todo lo posible el conflicto de seguridad con la población.

La economía de la Autoridad Palestina es diminuta en comparación con la israelí. El ingreso anual llega, con dificultad, a 12 mil millones de dólares (frente a los 200 mil millones en Israel). La Autoridad alcanza a financiar con los impuestos solo un tercio de su presupuesto anual, de 3 mil millones de dólares. Todo el resto cae sobre los países donantes. Éste año parte de ese dinero se retrasa en llegar. Por eso, se redujo a medio sueldo el inflado servicio público, conformado por ciento cincuenta mil personas en Cisjordania y Gaza, lo que genera a muchas familias un endeudamiento y puede conducir a un serio caldero contra la Autoridad, en especial en el marco del mes de ayuno de Ramadán, recién iniciado.

Además de 2,4 millones de habitantes palestinos en Cisjordania, el 65% tienen menos de 25 años; gran parte con instrucción (un tercio (17%) desempleado); exactamente el mismo material explosivo social que llevó a los levantamientos en Túnez, Egipto y Siria. Abu Mazen y Salam Fayyad son conscientes de ello y temen una escalada que mueva a la calle en su contra. Los trabajadores ya anunciaron un paro general para los próximos días.

A pesar de todo, la Autoridad Palestina puede ser considerada una historia de éxito económico. El motivo principal es la mejora en la situación de seguridad en Cisjordania; tema sobre el que acuerdan los organismos en la Autoridad como también en el ejército israelí y los servicios de seguridad.

La dramática tendencia en el tema comenzó cuando Abu Mazen y la conducción de su organización, Fatah tomaron, tras la destructiva Segunda Intifada, la decisión estratégica de apartarse de la lucha armada y del terrorismo como medio de chantajear para obtener concesiones políticas a Israel. Esa dirección cobró impulso y expresión activa en el terreno, tras la victoria de Hamas en las elecciones de enero 2006 y, con más vigor, tras la revuelta de Hamas en Gaza en junio de 2007.

Tras esos sucesos traumáticos, desde el punto de vista de la Autoridad, Abu Mazen instó a las brigadas de seguridad general palestinas a “entrar” por la fuerza en Hamas y sus estructuras e imponer el orden y la ley. Al principio en Jenin y, después, a lo largo de todo Cisjordania pero, quien permitió que todo eso ocurriese, fue el Primer Ministro Fayyad, que colaboró con el General norteamericano Dayton para enrolar y entrenar esas brigadas y dotarlas de oficialidad joven e instruida. El empujó a Abu Mazen a ingresar a la acción sin reticencia.

No sorprende que los esfuerzos de conciliación interna palestina, comenzados recientemente con la iniciativa egipcia, quedaran encallados. Una de las principales causas es la demanda, por parte de Abu Mazen que Fayyad sea el Primer Ministro de transición, común a Fatah y Hamas. Hamas de ninguna manera lo admite pero, Abu Mazen, sabe que sin Fayyad no tiene probabilidad de obtener el apoyo económico y político de Estados Unidos y Europa y, por ello, se obstina.

De todos modos, la conciliación palestina está lejos de concretarse incluso si hasta la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre, las partes intentan mantener la calma en el frente. Retornamos a las brigadas (siete actúan en Cisjordania y la octava partió a entrenarse en Jordania). Dayton abandonó mientras tanto y, el responsable de sus entrenamientos, es el General norteamericano Miller. A la policía azul la forman, en Jordania, los europeos. Su control se da en las calles.

Ésta semana, en Belén, no pude dejar de envidiar al observar a sus soldados junto a sus novedosas Land Rover, equipadas tal como aparecían en las revistas de asuntos militares. El Kalachnikov es el mismo rifle ruso del tiempo de Arafat pero todo lo demás es equipo norteamericano, actual e innovador.

La coordinación entre esas fuerzas y las FDI es complicada, aunque exitosa y permite a cada parte cumplir su función con un verdadero respeto mutuo. Cada tanto, ocurren distorsiones pero quien haya presenciado los encuentros entre los comandantes y los soldados de las brigadas y los combatientes de las FDI, puede impresionase porque, los uniformados de ambas partes, sienten que comparten un interés común.

A la luz de todo eso cabe suponer que, los temores en Israel de lo que se denomina “sucesos de septiembre”, son un poco exagerados. Por lo menos en lo vinculado a lo esperable en los territorios de la Autoridad, que conserva un genuino interés en mantener los logros en el área de la seguridad personal, el respeto a la ley y el orden, la economía y la creación de estructuras para el Estado en camino.

Todo ello le aporta no solo beneficios y seguridad para los habitantes sino también para los seguidores al argumento de Abu Mazen hacia la comunidad internacional según el cual, los palestinos, cumplieron las demandas que se le impusieron y, entonces, se debe reconocer a Palestina y presionar a Israel a aceptar sus exigencias. De hecho, Abu Mazen se apura a conseguir una solución forzada, bajo sus condiciones, al conflicto. No confía en Netanyahu (es mutuo) y, por tanto, intenta obtener su pedido no negociando directamente ni con concesiones mutuas sino, en principio, por medio de la presión del mundo hacia Israel y, luego, con contactos desde una posición de fuerza palestina.

Marchas masivas por parte de los palestinos hacia los asentamientos pueden frustrar esa intención. Es casi seguro que se saldrán de control y, entonces, las FDI y la policía se verán obligadas a disparar. Caerán víctimas y, desde allí, es corto el camino hacia una Tercera Intifada que haga volver a los palestinos e Israel hacia atrás a una situación de confrontación violenta.

El Presidente palestino no quiere eso. Tampoco Israel. “Abu Mazen nos dio, en el último tiempo, la orden de reforzar y mantener los recursos de seguridad en Cisjordania al nivel del 2006”, me dijo ésta semana un comandante de las brigadas en Belén. Se refería a los recursos de seguridad que implementó la Autoridad Palestina cuando quedó claro que Hamas triunfó en las elecciones de sus instituciones. “También ahora se hace todo lo posible a fin de mantener el orden y la calma. Eso es lo que quieren los habitantes” agregó el oficial e insinuó que, esa promesa, es vigente si la Asamblea General de Naciones Unidas reconoce al Estado palestino. Con eso no es posible garantizar que, Abu Mazen y la organización Fatah, no modifiquen - llegado el momento- su decisión y den a sus servicios de seguridad una orden diferente y contradictoria. Pero, por el momento, parece que la calle -en Cisjordania, por lo menos- no está destinada a sublevarse en el marco de la declaración del Estado (en septiembre) y que los servicios de seguridad palestinos trabajarán, si es necesario, por impedir un encendido masivo.

Cabe agregar que, el estallido del terreno palestino, en el corto plazo, depende en gran medida tanto de los actos del gobierno de Israel como de sus fuerzas de seguridad; en especial si la Asamblea General del organismo internacional toma la decisión que llama a la creación del Estado palestino. Pero aquí es el punto de recordar, otra vez, la última miseria y el retraso de los sueldos. También al oficial que habló conmigo le ingresó la mitad de su salario.

En Israel temen que la Autoridad y Abu Mazen, por impedir intentos de alteración de su gobierno, puedan dar curso al enojo en manifestaciones contrarias a Israel.

Y esa, ya será otra historia
-Cidipal

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