martes, 5 de junio de 2012
El dilema sirio
La incoherencia de lo que se califica como «Doctrina Obama» ha calado en la comunidad internacional ante los crímenes de lesa humanidad que viene cometiendo el regimen sirio contra su pueblo. La reciente y tibia reacción de expulsión de unos diplomáticos del régimen no será suficiente para frenar una maquinaria estatal que ha hecho del crimen la forma de mantenerse en el poder. Tal posición es repudiable, sobre todo después de que el presidente Obama, la ONU, la Liga Árabe y la OTAN aplicaran la fuerza para quitar del poder al ex dictador libio Gadafi. El escenario sirio demuestra claramente la disminución y pérdida de poder estadounidense y europeo en el mundo árabe.
Un año después del inicio del levantamiento sirio, no podemos dejar de preguntarnos qué van hacer al respecto Washington y Bruselas. La respuesta es que probablemente no harán mucho, al igual que hicieron poco para apoyar a los disidentes en Irán cuando tomaron las calles en 2009 para protestar por el fraude electoral. Después de todo, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, nos ha dicho siempre que el dictador Bachar al Asad es considerado en muchos círculos como un «reformista».
Infortunadamente para el pueblo sirio, el mundo libre enfoca el problema con desconocimiento y de manera incorrecta. El error capital tanto de EE UU como de Europa respecto al régimen sirio radica en adherir al concepto occidental de exigir a un líder como Asad suscribir un código moral y ético. Este debate ni siquiera existe en el mundo árabe y no funcionará jamás con el presidente sirio. La elaboración de un contrato social o la legitimidad derivada del voto popular en una democracia conocida como se la entiende en Europa o Estados Unidos no resiste ningún análisis en la visión que tiene de sí mismo el régimen.autor: GEORGE CHAYA