jueves, 13 de diciembre de 2012

‘Todavía vivimos, todavía cantamos…

Parasha de la semana MIKETS -SHABAT JANUCÁ. Janucá inaugura un tiempo diferente en el devenir histórico del pueblo judío. La monotonía del helenismo en el pequeño territorio de Judea, se vio sacudida de su letargo cuando un puñado de hombres se animó a decir ¡No! ante los opresores de turno. Janucá es la fiesta del 'No'... No renunciar, no posponer, no olvidar, no dejar de testimoniar. Parecía que una generación había renunciado a un modelo de vida, a un mandato generacional. Era más atractivo "ser como las demás naciones". Resultaba incómodo ser diferente, conservar la particularidad judía en tiempos donde todo cobraba formas y diseños 'igualitarios'... Allí se levantó un grupo de individuos, dispuestos a recobrar la memoria perdida en el gimnasio griego y en la filosofía cautivante de sus interlocutores. Le opusieron el ejercicio espiritual del volver a ser y la palabra sentida y con sentido de un D's viviente, jamás recluido en biblioteca alguna. Janucá fue para ellos acción y lección. Tomar por un lado el destino de sus vidas en sus propias manos y transmitir por el otro que la herencia judía jamás podría ser 'tierra de nadie'. Acción y lección conjugan Elección, es decir, Libertad. En el ser, en el pensar, en el vivir de cada día y noche... Parecía que toda una sociedad estaba dispuesta a posponer el canto de libertad con el cual ese pueblo –Su pueblo- había nacido al mundo despejando las cadenas de la esclavitud y la discriminación egipcias siglos atrás. No importaba evocar el milagro cuando los hechos del presente borraban con un esplendor precario toda la luz de un pasado de dignidad y gloria... Allí se erigió un puñado de hombres llamados por el eco de la eternidad sembrada en sus conciencias cotidianas, para retomar el arte del enhebrar las palabras del D's Viviente en melodías vivas y significativas, que encendiesen un fuego en estado de extinción, en medio de un Lugar, un Santuario, pisoteado por la altanería de olvido y la desgracia de la enajenación. Unos y otros eran hermanos, integrantes de un mismo pueblo. Am Israel. Unos vivían pensando en cómo ser griegos habiendo nacido judíos. Los otros pretendían vivir y sobrevivir como judíos, sin tener que pedir permiso a los griegos. Los antagonismos parecían estar a la orden del día. Aunque la apatía y su socia, la indiferencia, estaban jugando su mejor partida en medio de una sociedad judía partida al medio en esos tiempos...(¿En esos tiempos?). Janucá fue la entonces la Fiesta del 'No'...Para poder conjugar lo posible, lo que debe ser. Y entonces los hombres de número pequeño, se multiplicaron, y recibieron un nombre propio: los 'Jashmonaím'. Y cuando se alzaron en armas –con el espíritu imbatible-, el pueblo que los ad-miró, los denominó: 'Macabím'. La obra por ellos erigida, no necesitaba de un nuevo nombre, pues volver a la esencia no requiere de identidades nuevas sino de recuperar la perdida... Janucá habla de inaugurar, insta a educar, inspira a vivir como se debe...no a vivir como se quiere. Y allí el milagro. Porque cuando se lucha y se sabe por qué, entonces el milagro es posible. Y ya no importa el resultado. Importa tal vez, lo que se 'enciende' a partir de esa victoria. ¿Habremos encendido la chispa de la Unidad? ¿Habremos alcanzado a prender el fuego del amor y la solidaridad? ¿Habremos inaugurado tiempos donde las fracciones se transformen en enteros? Allí llega Janucá. Simple y soberbia fiesta de nuestra determinación. Donde parecían caber renuncias, hubo afirmación. Donde dejar pasar los días, para que la mano del tiempo gane su apuesta final, sobrevino una Fiesta con Días... Cuando los griegos, quisieron obstinadamente "hacernos olvidar Su Torá", allí se luchó para olvidarnos de ellos. Y cuando finalmente, el olvido ganaba la partida trastocando las palabras, Janucá vuelve a nosotros devolviéndonos La Palabra del D's Viviente, transformada en una Luz que se enciende cada noche –tiempo de oscuridad propicia para el olvido-, para iluminar el nuevo día –tiempo de claridad para discernir y 'tener en claro'- quien es quien en esta partida... Janucá: Luz que proviene de un fuego encendido; en la Menorá, símbolo de la Unidad Judía. Encender la luz a tiempo, conjugando los aspectos que nos unen y consolidan, hacen crecer en esta fiesta, la más hermosa melodía... Janucá nos devuelve eso: el fuego de la palabra=identidad judía, vestida de una inconfundible e inolvidable melodía... Jag Urim Sameaj !!!! Rab. Mordehai Maaravi