martes, 9 de julio de 2013
El derecho a la opinión diferente (Derechos Humanos en la Ley Hebrea, parte II)
Al preparar el Talmud de Babilonia en el siglo VI e.c., los rabíes ponen sobre la mesa de estudio, uno por uno, cada caso a discutir. En cada asunto, dicen lo que recuerdan que han aprendido de sus maestros, las sentencias de los jueces de Israel en casos similares, episodios, historias, dichos populares, leyendas, estudios científicos o cuestiones relacionadas que conocen, incluso los temas que la libre asociación de ideas les traen a la memoria. Al final de toda esa discusión que puede llevar muchas páginas, los rabíes vuelven al tema que originó la discusión y entre todas las opiniones expresadas votan una sola, por mayoría de rabíes presentes. Esa interpretación quedará fijada en el Talmud como Halajá, Ley - podríamos llamarla también jurisprudencia obligatoria - a seguir por todo el Pueblo de Israel en ese caso concreto.
Vamos a ver un ejemplo. ¿Cuál es la mayoría de edad en la Ley Hebrea?
Para el Talmud, los varones son mayores desde los 13 años y las mujeres desde los 12 años y un día. Desde esa edad están obligados a cumplir con los mandamientos de la Torá. Pero la mayoría de edad difiere según los casos.
En el Tratado Gitin folio 59ª, se discute la capacidad para negociar de los menores. Algunos sabios dicen que la capacidad para vender y comprar bienes muebles y objetos de poco valor es de 6 o 7 años, otros dicen 9 o 10 años. En esa discusión del Talmud no queda establecida una edad fija sino que la votación decide que la edad mínima para las negociaciones menores “depende de la inteligencia de cada niño”. La explicación que dan es: si la ley declara incapaces de comprar y vender a los niños, esos negocios serían nulos y nadie le vendería nada a un niño. ¿Y el regalo de un menor?, pregunta una voz. “No es válido” dice rabí Iemar. “Es válido”, dicen en nombre de rabí Ashi.
Hay casos en que la discusión de los rabíes termina sin decisión final, sin votación que logre mayoría. Eso se llama “teiku”, (en empate), y todas las opiniones expresadas serán aceptadas hasta que las dudas las solucione el profeta Elías cuando se aparezca por la tierra o el Mesías, cuando llegue. En casos así, cada juez es libre de aceptar cualquiera de las opiniones que trae el Talmud, o la costumbre del lugar en lo que no contradiga la Torá.
Al discutir la capacidad para la venta de inmuebles heredados, unos rabíes opinan que la edad mínima son 18 años, la mayoría opina 20 años. (Talmud, Tratado Baba Batra folio 155 a).
No queda fijada en el Talmud la capacidad para firmar documentos de deuda ni la mayoría de edad para ser Juez ni dirigente comunitario. Las decisiones rabínicas en este tema han variado a través del tiempo y según el lugar. Como ejemplo, en 20 años se estableció la mayoría de edad para contraer deudas en una “takaná”, sentencia que estableció jurisprudencia aceptada en las comunidades de Europa Central, a partir del año 1624. Otro ejemplo del entorno musulmán, que ha sido diferente : a comienzos del siglo XIII en la ciudad de Fustat, teniendo 19 años, Abraham Maimónides, el hijo de Moisés Maimónides, fue designado Juez y dirigente de la comunidad judía, tras la muerte de su padre. Se consideraron su madurez y sus conocimientos como suficientes.
Sobre la edad mínima para contraer matrimonio, la ley hebrea ha variado. Adán y Eva en el “Midrash “, la interpretación rabínica, fueron creados con la edad de la vida. En hebreo, vida se dice “Jai”. Las letras del alfabeto hebreo tienen valor numérico, Jai vale aritméticamente 18. La primera pareja según el Midrash, se formó cuando Adán y Eva tenían 18 años. Los rabíes establecieron en cada época diferentes edades mínimas para casarse, en general siguiendo las costumbres del mundo circundante. 13 o 14 años, en la Europa medieval. 16 o 17 años, en siglos posteriores. En el entorno musulmán, los matrimonios de las niñas, son admitidos desde edad más temprana. En el Estado de Israel no hay matrimonio civil, cada cual se casa y se divorcia según lo establezca su religión, la edad mínima aceptada es la que decida cada comunidad, será diferente según se trate de casamiento hebreo, musulmán o cristiano, en sus distintas corrientes.
Lo original del texto del Talmud es que cada halajá, cada decisión legal, viene redactada con toda la discusión previa y todas las opiniones diferentes expresadas en cada caso. La pregunta que quien lo estudia se hace es: ¿para qué se establecen en el texto todas las opiniones presentadas y no solamente las que se aceptaron como ley - jurisprudencia obligatoria? ¿Por qué el Talmud deja escrita la opinión votada por la mayoría y además todas las opiniones que quedaron en minoría? El Tratado Erubin, folio 13 b, relata un curioso episodio. Los rabíes se están haciendo justamente esa pregunta en la academia de estudios que en el siglo VI e.c., prepara el Talmud en Babilonia. Se levanta de su asiento Rabí Aba y dice:
-Me enseñó mi maestro Samuel, algo que sucedió en Yabne.
En Yabne, un pueblo de la Galilea, hacia el año 70 e.c. después de la caída del Templo a manos romanas, los rabíes deciden que una misma Halajá, sería el lazo de unión de los hebreos dispersos por el mundo. Y los rabíes se encuentran con dos fuertes escuelas de jurisprudencia diferente, los alumnos de Hillel y los de Shamay. Las dos escuelas son famosas, las dos reclaman tener la razón. Los rabíes se reúnen en Yabne para discutir y decidir por mayoría, cuáles interpretaciones aceptarán todos por unanimidad en cada caso, para que todos los hebreos pudieran regirse por la misma Ley. -Mi maestro Samuel, dice Rabí Aba, me dijo que en Yabne, durante 3 años discutieron los alumnos de las escuelas de Hillel y la de Shamay, hasta que se escuchó, en el campo en que estaban reunidos, ¡ una voz desde los cielos! Y lo que dijo esa voz fue “Tanto las palabras de uno como las del otro reflejan las Palabras del Señor”. Después de escuchar esa voz, los rabíes entienden que ya es tiempo de dejar de discutir. ¿Hasta cuándo se puede seguir una discusión? Ponen los temas en disputa a votación y en casi todos los casos, votan a favor de las jurisprudencias de Hillel. Pregunta el Talmud: Si las dos son Palabra del Señor, ¿qué méritos tenía la escuela de Hillel para que los rabíes de Yabne votaran a favor de sus reglas? La respuesta enseña mucho:
-Porque los alumnos de Hillel eran humildes. Hillel empezaba por enseñar la opinión contraria y después enseñaba su propia opinión.
Ahí está la razón por la cual el Talmud deja testimonio de la jurisprudencia aceptada por la mayoría y también de las opiniones que han quedado en minoría. Las opiniones de las minorías importan y tienen que ser consideradas. Con un agregado en el caso particular de la Halajá: si un tribunal rabínico, en el futuro, entiende que las necesidades de la época han cambiado y que en ese momento es preferible la opinión que en el Talmud quedó en minoría, la puede aceptar.
Moisés Maimónides, (1135- 1204) en su Comentario a la primera parte del Talmud, expresa: “eso te enseña que todas las opiniones, las escuchamos, aunque estén en minoría. Tal vez en el futuro, los nuevos tiempos hagan que sea de aplicación esa opinión que estaba en minoría”.
Esta es la razón hebrea medieval del derecho a la opinión diferente que en el siglo XX consagró la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Todos tienen derecho a ser escuchados y a defender su opinión. Los que están en mayoría, las minorías, las opiniones discordantes, aunque sean de una persona sola. Aunque estén en contra del gobierno y los líderes aceptados. Tal vez el que opina diferente se ha adelantado a su propio tiempo.
Esto es mucho más antiguo que el Talmud. El ejemplo nos lo dan los profetas bíblicos. Los profetas del Tanaj (Biblia) son aún hoy el prototipo de la libertad de opinión, la posibilidad de expresarse sin compromisos con los dirigentes de turno, y la obligación de presentar la denuncia pública de quienes atentan contra los derechos de los demás.
Los profetas alzan su voz en defensa de lo que hoy llamamos Derechos Humanos, de los gobernados, los débiles, los oprimidos, y la desviación de quienes detentan el poder, tanto de la letra como del espíritu de la Ley. La terquedad de los profetas de Israel frente y en oposición a las autoridades sigue siendo hoy, fuente de inspiración a la lucha por conseguir y preservar la libertad de opinión en nuestro mundo.
Un episodio del siglo XIX. La patrona y la criada pelean y deciden ir al tribunal rabínico a presentar sus diferencias. Se ponen sus abrigos para salir y el dueño de casa también se pone el abrigo para acompañarlas. La esposa le dice:
-Querido mío, no te molestes en acompañarnos. Sé defenderme sola.
-No lo dudo, responde el marido. Aprendiste muy bien en casa de tu padre. Pero tu criada, que es huérfana y analfabeta, ¿cómo se va a defender?