domingo, 20 de octubre de 2013

En defensa del judaísmo laico

Bibi, Dr. Honoris Causa. José María Aznar sera su padrino "A partir de la fecha, se ordena a todos los miembros del pueblo incluidos los esclavos guardar un descanso absoluto el día del Shabat, séptimo de la semana. No se prenderá fuego, ni se acarreará leña, ni se arará la tierra." Ministro de Trabajo, Pueblo Judío, Sinaí, año 2488. Comuníquese y cúmplase. "Para salvaguardar la salud del pueblo se prohíbe terminantemente consumir carne de cerdo, consumir productos de mar y de río que no tengan escamas, y mezclar carne con leche." Ministro de Salud, Pueblo Judío, Sinaí, año 2488. Comuníquese y cúmplase. "A partir del sexto día del mes de Siván se cosecharán los plantíos y se llevarán las primicias a Jerusalem y otros lugares para ser repartidas al pueblo. Cada siete años se dejará descansar la tierra para que pueda seguir dando frutos en el futuro." Ministro de Agricultura. Pueblo judío, Sinaí, Año 2488. Comuníquese y cúmplase. Cuando la Torá fue escrita, durante un largo período de tiempo, por seres humanos, iniciada esta escritura posiblemente por Ezra y Nehemia al regreso de los judíos del exilio de Babilonia, circa 3224 del calendario hebreo (536 a.e.c.), esta contenía tanto la epopeya del nacimiento de la nación judía en el Sinaí, como la legislación que regía el comportamiento del pueblo y sus dirigentes. Los hebreos (habirú en acadio, lenguaje de las tablillas que poseen las principales evidencias históricas narradas en el Éxodo) se constituyeron en pueblo luego de que una multitud de esclavos salieron de Egipto liderados por Moisés. En el camino, seguramente se unieron otros esclavos provenientes de otros lugares de la región incluyendo Canaán. Los orígenes de Moisés no están en contravía de la narrativa bíblica de haber sido criado por la familia del faraón. La Torá es posiblemente el primer gran libro de leyes en la historia de la humanidad y, tanto en su período oral como en su forma escrita, tenía como objetivo organizar una sociedad alrededor de un conjunto de leyes de convivencia que rigen entre otras, el matrimonio, las leyes comerciales, penales, agrícolas, familiares, de género, de la guerra, etc. La creencia en un solo dios, sin imagen y sin cuerpo, es otro gran aporte del judaísmo a la humanidad. En esos tiempos de politeísmo, los judíos siguieron la creencia en una sola deidad cuya existencia no podrá nunca ser probada ni negada. De esta manera se removían los límites impuestos a la ciencia por otras culturas que convertían en dioses lo que no podían entonces explicar. Las leyes incorporadas en la Torá conocidas como mitzvot, son leyes terrenales apartadas completamente de lo divino exceptuando las pocas relacionadas con ese Dios, y están orientadas a organizar un colectivo humano en una sociedad. De las 613 mitzvot originales hoy en día sólo se pueden cumplir poco más de dos centenares, lo que demuestra la temporalidad de esas leyes y su carácter terrenal. Al provenir el pueblo judío de un grupo de esclavos liberados, muchas de sus leyes y costumbres se relacionan con la libertad, la búsqueda del conocimiento, el trabajo, la centralidad del ser humano, la tolerancia, el rechazo al lujo y a los excesos, y de ahí que estas leyes sean la base de los grandes principios humanistas legados por el judaísmo a la humanidad. Fue la sabiduría de los profetas la que forjó la esencia de la Torá y el secreto de la supervivencia del pueblo judío. En particular, gracias al profeta Ezequiel los judíos sobrevivieron a la destrucción del Templo y a su destierro en Babilonia. El profeta Isaías, quien formuló el concepto de la era mesiánica, sembró para siempre la esperanza y el apego a la libertad dentro de la idiosincrasia judía. Esta libertad la defenderían los judíos a través de su historia como su máximo principio, y las persecuciones de las cuales fue objeto el pueblo judío en los mundos cristiano y musulmán tenían tanto que ver con sus creencias, sus tradiciones y sus costumbres como con su amor por la libertad. Después del exilio romano, que siguió a la destrucción definitiva del templo en Jerusalem, el pueblo judío se consolidó entre la gran comunidad de Mesopotamia -remanente del primer exilio- y los judíos que salieron de Palestina a los confines del imperio romano donde se alimentó de conversiones masivas al judaísmo en diferentes partes de la geografía europea. La gran comunidad judía de España floreció dentro del entorno del judaísmo pluralista y laico siendo cuna de significativos aportes universales en el área de sus propias tradiciones y en las humanidades y las ciencias. El principal exponente de esta civilización, Maimónides, fue médico, filósofo, escribía en árabe, tuvo fuerte influencia de Aristóteles en su obra, rechazó la cábala y estableció su residencia en Egipto donde falleció. En su momento fue rechazado por los sectores más radicales del judaísmo rabínico imperante. Pero es en los últimos 200 años, desde la ilustración, cuando el judaísmo humanista y laico ha llegado a su punto culminante de desarrollo con contribuciones universales que una vez más revelan la misión del pueblo judío sobre la tierra. Fue esta ilustración, iniciada por Moisés Mendelson en Alemania, que sacó a los judíos del gueto y del oscurantismo religioso y los llevó a la modernidad. Rescató la historia del pueblo judío, su cultura, sus valores universales, su legado jurídico y su profundo sentido de comunidad y de pertenencia a la civilización humana. La ilustración sentó las bases del judaísmo moderno, sin jerarquías, sin dogmas, deliberante, pluralista e incluyente. El judaísmo se reinventaba una vez más asegurando su supervivencia y su progreso. La dinámica generada por la ilustración dio origen cien años más tarde al movimiento sionista, la máxima expresión del judaísmo laico y el más importante desarrollo histórico dentro del pueblo judío en 2.000 años. Influenciado por los movimientos nacionalistas de otros pueblos y con base en la historia y la ética judías, surge la idea simple de volver a crear el estado judío donde el pueblo que ama la libertad la encontraría sin atenuantes. El estado de Israel es producto de una visión del judaísmo basada en el ser humano como punto de partida y en un proyecto común de pueblo y nación que surge de los valores de la libertad, el pluralismo y la pertenencia del pueblo judío a la familia de las naciones. El judaísmo laico y humanista, libre de las cadenas de los dogmas religiosos, le ha dado al pueblo judío dos centenares de premios Nobel en diferentes áreas de la ciencia y el conocimiento, además de grandes actores, escritores, periodistas, científicos, artistas, filántropos y humanistas. Contribución que sigue ofreciendo el pueblo judío a la humanidad. El judaísmo laico no rechaza la religión, ni las creencias, ni mucho menos se abroga el derecho de definir quién es y quien no es judío. Se basa en una fuerte identificación con su historia y su cultura, apoya al Estado de Israel como centro de la vida judía moderna, emplaza al ser humano como único forjador de su propio destino y fomenta y preserva los valores humanos y éticos que fueron dados a la humanidad por los profetas de Israel. El judaísmo laico y pluralista es la clave para la preservación de la identidad judía y del pueblo judío. Por lo tanto, la educación, valor tan importante en el pueblo judío a través de las generaciones, debe privilegiar su formación universal y sus valores humanistas, el conocimiento profundo y amplio de su historia, la visión histórica de sus fiestas y su aporte a la preservación del pueblo, la libertad de cada judío de vivir su judaísmo a su buen saber y entender, la deliberancia, el rechazo a los dogmas y a las doctrinas empaquetadas y enlatadas, el repudio a los nuevos guetos no amurallados, y debe fomentar en cada judío la búsqueda permanente de nuevos caminos para enfrentar los desafíos que el destino le ha impuesto al pueblo judío desde tiempos inmemoriales. http://revistasalomon.net/lector-articulos-uno/items/en-defensa-del-judaismo-laico.html