miércoles, 12 de febrero de 2014

Tienen el poder

Los cristianos tienen la llave del poder en el País de los Cedros Puede que lo determinante en el Líbano sea, en buena parte, la dinámica de las tensas relaciones entre suníes y chiíes. Sin embargo, en 2014 los cristianos desempeñarán un papel decisivo en dos acontecimientos que afectarán profundamente al país en años venideros: las elecciones presidenciales y las parlamentarias. Si lo que pretende Hezbolá es reforzar su control sobre el Líbano, a la vez que se consolida el dominio del presidente Bashar al Asad sobre Siria, entonces las elecciones serán fundamentales para ello. Para empezar, está deseando librarse de Michel Suleimán, que ha adoptado unas posturas muy distintas de las suyas, por eso la organización chií ha amenazado, incluso, con tomar represalias si aquél forma un Gobierno que no sea aprobado por ella. Pero los maronitas de todas las tendencias están tan ansiosos por tener capacidad de decisión sobre quién se convertirá en presidente, especialmente si son ellos mismos, que Suleimán está encontrando poco respaldo por parte de su propia comunidad. Durante mucho tiempo, el candidato preferido pareció ser el comandante del Ejército Jean Kahwaji, del que se decía que era el candidato de Hezbolá. Su mando [como jefe de las Fuerzas Armadas] se prorrogó el año pasado teniendo cuenta esta posibilidad. Pero hay una serie de detalles que indican que el comandante, en realidad, es sólo el primer tiro de Hezbolá, lo que permite a ésta afinar la puntería para el segundo. Kahwaji no goza de un respaldo nacional. Probablemente la mayoría de líderes cristianos no votaría por él, particularmente Michel Aoun; la comunidad suní, a grandes rasgos, desconfía de sus estrechos vínculos con Hezbolá, y a la clase política le preocupa, en términos generales, tener a otro militar de presidente. Y, lo que es más importante, como funcionario de primer nivel, Kahwaji precisaría de una reforma constitucional para poder presentarse a presidente. Para ello es necesaria una mayoría parlamentaria de dos tercios, lo que para Hezbolá será muy difícil de lograr, si no imposible. Sin embargo, hay otro funcionario de primer nivel con muchas más posibilidades de ser elegido, que goza de un apoyo más amplio y que, según ciertas fuentes bien informadas, es el auténtico candidato de Hezbolá: Riad Salameh, el gobernador del Banco Central. Puede que se imponga a Kahwaji porque es apolítico, ha ejercido su cargo con éxito, ha cosechado credibilidad en el exterior, puede generar confianza financiera, no es un militar y, desde el punto de vista de Hezbolá, políticamente es débil, y, por tanto, podría resultar más fácil de controlar que otros maronitas. Si Salameh o cualquier otro candidato emerge como favorito, será necesaria la aprobación de los maronitas. Incluso si varios candidatos (Samir Geagea, Suleiman Franjieh o Michel Aoun) anuncian que se presentan a presidente, verán que lograr una mayoría no resulta fácil, dada la composición del Parlamento. La cuestión es si, llegados a esta conclusión, se unirán en torno al probable vencedor o se diluirán formando facciones. En esto desempeñará un papel como unificador el patriarca Bishara al Rai, cuya única obsesión parece ser la política. Las elecciones legislativas son una cuestión completamente distinta. Hezbolá tiene una capacidad limitada para manipular el resultado de la votación imponiendo una ley electoral en su propio beneficio. El partido está atrapado en un dilema: con la vigente ley de 1960 se alcanzaría, probablemente, un equilibrio parlamentario similar al actual, en el que el bloque de Walid Jumblat otorgaría la mayoría al Movimiento 8 de Marzo o al 14 de Marzo. Pero esta ley también concedió a Aoun una proporción desmesurada de escaños cristianos, porque sus candidatos se beneficiaron de unos distritos electorales chiíes favorables en Baabda, Jbeil, Metn, Jezine e, incluso, Kisirwan. En otras palabras, la ley que más beneficia a Aoun también es la que podría obligar a Hezbolá a depender del respaldo del druso Jumblat, algo que la organización chií no desea en absoluto. Aoun declaró el año pasado que estaba en contra de la ley de 1960, pero lo hizo tan sólo porque la comunidad cristiana se mostraba hostil a ella. En realidad, el general sabe que ninguna otra ley le otorgaría tantos escaños cristianos. Por eso Samir Geagea y el partido Kataeb [la Falange Libanesa] estaban tan dispuestos el año pasado a romper con sus aliados del 14 de Marzo, a causa de la ley de 1960. Sabían que, una vez más, ésta los limitaría a bloques insignificantes, y que, posiblemente, los marginaría permanentemente dentro la comunidad cristiana. Hezbolá, si quiere asegurarse de tener una mayoría con cualquier ley, deberá reconciliar los intereses de Jumblat y los de Aoun, algo que no resulta difícil, dada la postura de este último respecto a la ley de 1960 y el hecho de que el líder druso es consciente de que ésta es la única ley que, sobre el tablero, le permite dominar en Aley y en el Chouf. Pero, por otra parte, en Hezbolá no quieren correr el riesgo de repetir el resultado de 2009 ni, verdaderamente, pueden confiar en que Jumblat se ponga de su parte en el futuro. Para un partido que considera que 2014 es el año en el que consolidará su control del sistema político libanés, tras tres años de guerra en Siria, esta incertidumbre no resulta tranquilizadora. Lo que ello significa es que los cristianos, especialmente los maronitas, desempeñarán un papel destacado a la hora de decidir los resultados, aunque ello depende de si podrán unirse en torno a un presidente y a una ley electoral; o, en caso contrario, que esperen que las elecciones se pospongan una vez más, si no se alcanza un acuerdo respecto a la ley. Pero esta lectura optimista parte de que los cristianos piensen de una misma forma, y no hay nada que resulte más dudoso. Qué irónico resulta esto cuando los cristianos se muestran de acuerdo en que afrontan riesgos existenciales, perdidos como están en medio de la alarmante lucha entre suníes y chiíes. http://elmed.io/tienen-el-poder/