miércoles, 11 de junio de 2014

Silvia Rajschmir, el tango que abrazó a Israel


Silvia y su milongaSilvia y su milonga
Sería un cliché volver sobre aquello de que “el tango no conoce fronteras”, pero ninguna otra frase describe mejor esa realidad que también tiene su correlato en Israel, la tierra que acaba de visitar Francisco, que además de Papa y argentino, es tanguero.
La excusa de esta anécdota es doblemente oportuna porque el viernes 30 de mayo se cumplirán 12 años desde la inauguración de la primera milonga de Israel. La gestora de aquella hazaña fue nuestra bella Silvia Rajschmir, una porteña de ojos verdes que en 1998 viajó a esas tierras persiguiendo un amor milonguero que luego quedó en el camino, pero que de todas formas le cambió la vida. “El romance no funcionó pero me encantó Israel. Al año siguiente de estar acá, en 1999, hubo elecciones y ganó el laborismo. Parecía que venía la paz. Me entusiasmé, y quise presenciar ese momento histórico. Había observado que los israelíes son apasionados pero que no se tocaban. Eran distantes, entonces pensé que el tango los podía ayudar. Decidí quedarme por un año a dar clases, preparar profesores y de paso estar presente cuando se firmara el tratado de paz. Luego regresaría a Buenos Aires… ¡ingenua, yo!” recuerda hoy, desde su casa.
Sin querer, o queriendo, Silvia desarmó del todo las valijas y de a poco empezó a desandar los km que separan Jerusalem de Tel-Aviv, donde abrió dos escuelas de tango. “El primer año tuve cinco alumnos en Jerusalem y otros cinco en Tel-Aviv. Entonces empezó la segunda intifada (septiembre del 2000) y decidí quedarme un tiempo más. Al año y medio tenía cerca de 20 alumnos en cada ciudad. Los maestros que me reemplazarían en las clases no llegaban, pero el proyecto seguía creciendo. En noviembre de 2001 inauguré la primera milonga en Jerusalem, y en mayo de 2002 la de Tel- Aviv. Al fin empezaron a venir mis amigos: Graciela González, Nito y Elba, Milena y Fernando Galera, Elina Roldán, Ramiro Gigliotti, Ariadna Naveira y Fernando Sánchez, Analia y Marcelo. Fue sembrar, fundar algo que no existía.”
Doce años después podría decirse que, efectivamente, la semilla germinó. Hoy aquellos primeros alumnos organizan sus propias milongas, dan clases, bailan. Se abrazan. “Hay tango en varias ciudades: Tel-Aviv, Jerusalem, Haifa, Beer Sheva, Modiin y Petach Tikva. Tenemos milongas todos los días, a veces más de una por noche. Yo particularmente organizo una mensual en Tel-Aviv, a la que asisten entre 150 y 200 personas”.
Esta entrada fue publicada en Excursión tanguera del Blog Maldito Tango.

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