**La
Luna, adorno del cielo**
La luna llena, asombrada, fue la primera que
los vio. Por falta de voz, no pudo
avisar, las estrellas, en cambio, que no
aprendieron a hablar, mudas ellas, se
pusieron a titilar, asombradas del espectáculo
que tenían ante sus ojos, que no
paraban de pestañar.
En la tierra, en un pequeño parque, donde van
los niños a jugar, se encontraron
los malevos, listos para el duelo final.
El diestro se quitó el saco y lo enrolló en su
brazo izquierdo. El zurdo, colgó el saco de una rama y con el poncho abrigó su
brazo, dejando libre la zurda. Los dos, metieron
mano en la espalda y desenvainaron sus dagas.
Uno gritó: ¡ hasta el final ¡ y el otro le
contestó: ¡ el que queda será el macho de ella ¡
Los aceros chocaron y hasta chispas se vieron.
Eran como dos bailarines, en un baile
macabro, buscando romper la defensa, del
rival. El zurdo, con maña, le piso un pie y
al fondo se le tiró buscándole el corazón,
mientras la daga entraba en su pecho, el
derecho, con un último esfuerzo, se la clavó
debajo del cinturón. Y el grito final, que
la luna lo escuchó: ¡ Pompeya no será para ninguno de los dos ¡
Antes del amanecer, encontraron los cuerpos,
sin saber el motivo de este duelo infernal,
sólo la luna, escucho el nombre de la mujer. ¡
Y gritó, gritó, gritó, hasta que llegó el sol
y la desalojó ¡ Es sabido que la luna no sabe
hablar y no tiene memoria.
Sin voz y sin memoria. ¡ La luna es un adorno
en el cielo, que rompe la oscuridad ¡
¡ Es un adorno, nada más ¡
Mario Beer-Sheva
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