Un asado en Israel
Una esplendorosa mañana de octubre del 2002, nos encontró a nosotros, una típica familia de argentinos recién llegados al país en un lugar que denominaban: el campito. Ubicado en los límites de la ciudad con los sembrados campos kibutzianos, bajo enormes y verdes eucaliptos, se repetía el popular rito del asadito a las brazas.
Nos encontramos con numerosos grupos familiares y de amigos, distribuidos en mesas y bancos ubicados ordenadamente en este extenso predio y en cada lugar se elevaban al cielo sugestivas columnas de humo provenientes del carbón encendido en parrillas portátiles, ubicadas al costado o sobre las mismas mesadas.
Lo curioso era que muchos hacían el asado a la llama del fuego y no a las brazas como acostumbrábamos nosotros y entonces tuvimos el gusto de conocer el desconocido bazar a la esh o carne al fuego, un manjar hecho en menos de 30 minutos, carbonizado por fuera y rojo sangriento por dentro.
En muchas mesas se escuchaba el idioma ruso y se acompañaba las carnes asadas al brochette saboreado con abundante vodka, en otros se sentían conversaciones en hebreo mientras comían albóndigas de carne asadas o kababim, brochetas de carne o shishlik y alitas de pollo con hummus y tjina regados con vinos del Golán o del Carmel.
Y no faltaban por supuesto, los grupos latinos que parloteaban un musical español con acentos porteños, tucumanos, cordobeses y uruguayos pero sobre todo dedicados pasionalmente a nuestras tradicionales tiras de asado, a nuestros inolvidables choripanes, a la archiconocida ensalada mixta y a la infaltable Coca Cola קוקה קולה israeli.
Pasaron lo años pero puedo asegurarte que aun hoy, continúo saboreando ese asado en Israel.
Guido Maisuls
Escritor y periodista.
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