Aquí estoy Pompeya, mi fiel amiga, mi guitarra confidente.
Después de
un corto viaje a sitios que antaño disfruté y apurado por la
nostalgia he
vuelto a visitar…
Busqué amigos, que ya no están, busqué a amores, que hacían
latir mi
corazón; y hoy al verlas, puedes tu creer, que algunas no
sabían quien
soy, otras, en cambio, prefiero no mencionar…
De todas ellas a una amé, con pasión, y estando al borde de
la locura tomé
el camino y me fui pensando en olvidarla sin saber que la
llevaba clavada
en mi corazón…
De ella no quiero hablarte; prefiero recordarla y me niego a
compararla con
la mujer que es hoy y pido perdón al Señor por haber burlado
su confianza…
Y aquí me tienes, querida Pompeya, amiga y confidente, te he
traído un regalo:
nuevas cuerdas para
tu voz que alegra mis días y consuela mis noches. Puedo
no verte, no tenerte en mis brazos pero no puedo vivir sin
la dulce música de
tu diapasón, que adormece mis sentidos y me aleja del ayer…
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¡“Guitarra; guitarra mía, que te acuno en mis brazos
mientras tu voz me aleja de
los amores perdidos, que ya nunca volverán”!
¡He vuelto por ti, he vuelto por tu voz!
Mario Beer-Sheva
“Hay cansancios definitivos” José Narosky.-
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