Los atentados de ayer en Bruselas no pueden provocar sorpresa. Pero lo que no se sabía en 2001, aunque se lo podía intuir, era que las grandes potencias de Occidente no harían más que empeorar un panorama de por sí deprimente, rompiendo por doquier equilibrios precarios y abriéndoles las puertas de sus propias casas a los peores demonios.
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=832373
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