viernes, 5 de agosto de 2016

¡SHABAT SHALOM!
Es un error infantil pensar que, tal como El Creador “descansó” durante el Séptimo día, el hombre también debe descansar.
¿Acaso El Eterno estaba “agotado”?
El texto bíblico nos enseña que el “hacer” se prolongó por el término de seis días, pero el séptimo día El Creador cesó el “hacer”.
Significa: cuando el “hacer” se interrumpe, el “ser” queda al descubierto.
El “hacer” deja de servirle de “disfraz” al “ser”.
Y entonces... me siento íntegro y calmo, en paz y gozoso, o intranquilo y vacío.
Porque el Shabat es el objetivo y la finalidad de todo “hacer”: alcanzar la plenitud del “ser” que, en su estado puro, experimenta la máxima consciencia de completitud.
Y lo completo y lo pleno, no necesita “hacer” nada, porque todo hacer es la manifestación de una carencia.
El “hacer” conduce en dirección al Ser, o no es más que una escapatoria, una evasión, una huida humillante, y tal vez el mayor acto de cobardía espiritual.
SHABAT SHALOM

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