LO RECTO, LO BUENO Y LO ESENCIAL
Los libros de mi biblioteca enseñan que exactamente, en un mes, comienza el Año Nuevo hebreo y el Día del Juicio.
Rosh Hashaná....
Pregunto:
¿Reamente existe alguien capaz de pasar el Juicio divino?
Entonces, dicen algunos, se debe aprovechar este mes en curso para intentar corregir nuestras acciones del año que termina.
Correcto, quién podría negar la importancia de corregir nuestros actos.
De todos modos, sospecho que el Juicio divino, además de nuestras acciones, busca y examina también a nuestra esencia.
Significa:
Mi esencia es “lo que soy” o lo que “debería ser”.
La esencia de cada uno es la fidelidad al “para qué” y al “por qué” fuimos creados.
La esencia de cada uno es la fidelidad al “rol” que se nos adjudicó dentro del Plan Divino, y que sólo nosotros podemos llevar a cabo.
Pero si traiciono mi esencia, si “soy otro”, ¿de qué pueden servir las buenas acciones de un conspirador y un renegado?
¿Se puede ser “otro” y además ser bueno, justo y recto?
Insisto:
¿No será que el Juicio, ante todo, se ocupa fundamentalmente de examinar si realmente somos nosotros, nosotros mismos, fieles a nuestra esencia?
Y que, tal vez, quien se ocupa únicamente de mejorar sus actos, desconociendo su esencia, con la mejor intención comenta la peor de las transgresiones.
Ser otro, vivir la vida de otro, o ni siquiera preguntarse al respecto.
Buenas acciones desde la confusión esencial, actos rectos desde la total falta de identidad.
Reflexiones…
Tenemos un mes por delante.
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