viernes, 25 de noviembre de 2016

¡SHABAT SHALOM!
(dedicado a S.Y)
Para muchos la escritura es un modo de comunicarse, de ponerse en contacto con nuevas personas o de mantener sus relaciones anteriores.
Para otros el acto de escribir es un divertimento, un modo de esparcirse y también de divertir a otras personas.
Lo confieso: ya me gustaría a mí pertenecer a alguna de las categorías anteriores.
Si yo no escribo dos o tres veces por semana, en una servilleta de papel, en un cuaderno viejo, o en una computadora, sencillamente mi corazón dejaría de latir.
La escritura me salva la vida.
Y además me ayuda a ordenar y dar sentido a mis sentimientos, a mis emociones y a mis ideas.
Benditas letras, compañeras inseparables de días y noches, de soledades en cuartos de hoteles y bares del mundo.
Benditas letras que me permiten nombrarme, deletrearme, darme una cierta forma, y asumir un cierto modo casi comprensible de vivir.
Las letras y sus grafías, los caracteres y sus símbolos, los misterios y los jeroglíficos.
Los Cielos y la Tierra.

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