por Judith Bergman • 22 de Noviembre de 2016
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Yaser Arafat (izquierda), con el líder rumano Nicolae Ceaucescu durante una visita del primero a Budapest en 1974. (Imagen: Museo de la Historia Nacional Rumana).
El reciente descubrimiento de que Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina (AP), fue espía de la KGB en Damasco en 1983 ha sido menospreciado en muchos de los principales medios como mera "curiosidad histórica", pero ocurre que la noticia se conoció en el inoportuno momento en que el presidente Vladímir Putin trataba de organizar una nueva ronda de conversaciones entre Abás y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Como de prever, la Autoridad Palestina rechazó inmediatamente la noticia. El oficial de Fatah Nabil Shaat negó que Abás hubiese sido alguna vez agente de la KGB, y dijo que tal afirmación se debía a una "campaña de desprestigio".
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