Ante la inoperancia absoluta de las dependencias de la ONU y las ONG, ante la compra de voluntades, silencios y votos, y ante el fácil camino que encuentran algunos países de dirigir todos sus dedos acusadores contra el único Estado judío en el mundo. El uso de la frase “Naciones Unidas el burdel del mundo”, queda como anillo al dedo, y además, es el más caro, no solo por la cantidad de recursos económicos que se trasiegan en esos bacanales de odio, sino por el descuido contra verdaderas y bien manifestadas crisis humanitarias que la ceguera auto impuesta les impide ver, pero que su olfato criminal les permite dedicar sus vidas a exacerbar e incentivar esfuerzos hacia la dirección equivocada.

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