LA MATZÁ DE LA LIBERACIÓN
La noche de la Salida de Egipto, se comienza a comer matzá –pan ázimo- durante siete días.
Pan ázimo –matzá-, y no pan con levadura –jametz.
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La raíz de la palabra hebrea matzá, señala el nivel de la simpleza.
El grado y el valor de la simpleza.
La simpleza de la cual proviene toda complejidad posible.
La simpleza que es la raíz de todo.
La simpleza que no se deja esclavizar ni subyugar, por nada ni por nadie.
La simpleza de lo esencial y de lo auténtico.
La simpleza de lo uno, lo único y lo exclusivo.
La simpleza que siente asco y repulsión por la pose y por la mueca.
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La noche de la Liberación comemos matzá.
Porque nadie puede ser realmente libre sin ejercer la simpleza.
Sin cultivarla, practicarla, y transformarla en un modo de vida.
La simpleza, que sólo el hombre sabio, es capaz de convertirla en humildad.
Y sin humildad, el hombre inexorablemente es esclavo de sí mismo, de su medio, y de los demás.
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¡Bienaventurado el humilde, porque ni presta atención a su bienaventuranza!
Porque carece de todo, y no le falta nada.
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