MOISÉS NO ERA TARTAMUDO…
Sólo una generación tan insensible como la nuestra, puede opinar que Moisés, el máximo líder de Israel, era concretamente tartamudo.
Resulta evidente que la Torá señala un misterio muy profundo con respecto a su habla y a su expresión, pero decir que los versículos bíblicos se ocupan de trastornos del habla, no es más que una verdadera sandez.
El nivel espiritual de Moisés es realmente muy elevado, y su captación de temas celestiales, es mucho mayor que el del resto de los hombres de su generación.
¿Acaso resulta sencillo expresar y poner en palabras lo que sólo los niveles espirituales y mentales son capaces de aprehender?
¿Cómo se hace para enseñarle física cuántica a un joven aprendiz de matemáticas?
Moisés, en su inmensa humildad, se percibe incapaz de transmitir lo que le revelan desde los Cielos, a un pueblo esclavizado ya doscientos diez años bajo el dominio absoluto del Faraón.
Siente que su “voz” –kol- no entra en su “palabra” –divur-, y por eso se autodefine: “no soy un hombre de palabras”.
Yo sólo soy un hombre de Voz.
O, literalmente, “incircunciso de labios”.
Y cuando lo intenta, debido a su altísimo nivel espiritual, percibe la dificultad de poner en términos “terrenales”, los conceptos “celestiales”.
La Torá es clara y precisa al señalar el aparente “problema” de Moisés.
El como si el texto bíblico nos gritara: “aquí hay profundo enigma”. ¡Estúdienlo! Intenten descífrenlo, pues, de lo contrario, se quedarán afuera de toda Sabiduría.
Pero sólo una generación tan infantil como la nuestra, capaz de remplazar el Estudio por la “fe”, puede enseñar que Moisés, el máximo líder de Israel, era concretamente tartamudo.
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