El embargo de Francia en 1967 cambió a Israel. Tomó un país que apenas tenía 20 años y lo obligó a entender una vez más que podía confiar sólo en sí mismo. Hizo que el país innovara, pensara fuera de la caja y se adaptara a las realidades cambiantes.
Cincuenta años después de esa guerra, Israel se ha convertido en un epicentro mundial de innovación en ciencias de la vida, agricultura, armamento, dispositivos médicos, informática y seguridad cibernética. Pero por alguna razón, la creatividad parece faltar cuando se trata de la forma en que percibimos y presentamos el conflicto con los palestinos.
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