Cuando todo alrededor se derrumba como en un seísmo, el instinto nos empuja a salir corriendo sin saber adónde. Pero quizás lo más sensato sea quedarse quieto, alerta a la mejor vía de supervivencia. Inmóviles, pero como un muelle comprimido.
Algo se mueve desde hace poco más de un mes. Y lo asombroso del caso es que el “ente” que encarnaba para una gran parte de la opinión pública mundial todos los males del mundo y de la zona no es protagonista en esta marejada regional.
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