"Desde hace tiempo se habla del Yemen como el 'conflicto olvidado', ya que el mundo está centrado en la guerra siria y en la lucha contra la organización terrorista Estado Islámico. Pero a 2.400 kilómetros está teniendo lugar otro conflicto cuyas repercusiones se extienden mucho más allá de las fronteras de ese país arábigo devastado por la guerra"
En marzo de 2016, a unas 170 millas náuticas de la costa de Omán, un pequeño buque pesquero sin bandera fue interceptado por el HMAS Darwin, un navío australiano de la Fuerza Combinada de Operaciones 150, responsable de las operaciones antiterroristas internacionales en Oriente Medio.
A bordo del Samer, los australianos descubrieron un gran alijo de armas –entre las que se contaban cien lanzagranadas, 1.989 rifles AK-47 y 49 ametralladoras PKM de uso múltiple– aparentemente fabricadas en Irán.
Esa fue una de las cuatro interceptaciones de embarcaciones iraníes de contrabando desde septiembre de 2015 hasta marzo de 2016, en las que se requisaron 5.000 rifles AK-47, 80 misiles antitanques, así como ametralladoras y rifles de francotirador, según los datos hechos públicos por la Marina de Estados Unidos.
A partir de los interrogatorios realizados a las tripulaciones y el análisis de los GPS de las cinco embarcaciones, la Marina determinó que los cargamentos de armas provenían de Irán. “Sabemos que venían de Irán y sabemos su destino”, declaró el vicealmirante Kevin Donegan, que supervisa las operaciones navales estadounidenses en Oriente Medio. “Estas cosas no vienen con un manual de instrucciones”, explicó, refiriéndose a que los iraníes no sólo estaban proporcionando armas a los grupos rebeldes, también los estaban entrenando en el uso de sistemas de armas avanzados. “Creemos que los iraníes tuvieron algo que ver en esto”, concluyó.
Los hallazgos de la Marina se ven respaldados por un informe del Conflict Armament Research que sugiere la “existencia de un canal de armas que se extiende desde Irán a Somalia y el Yemen, donde se lleva a cabo la transferencia, mediante dhows [veleros árabes], de importantes cantidades de armas de fabricación iraní y armas posiblemente procedentes del arsenal iraní”.
Es una prueba más del envío de armas iraníes al extranjero pese a la restricción impuesta por la ONU sobre la transferencia de armas desde Irán. La República Islámica había sido acusada con anterioridad de violar el embargo para ayudar a sus peones en el Líbano, Irak, Siria, los territorios palestinos y el Yemen.
Cuando, en marzo de 2015, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, habló ante el Congreso norteamericano, hizo hincapié en que las preocupaciones de su país por el perverso papel que desempeña Irán en Oriente Medio van mucho más allá del programa nuclear de la República Islámica. El primer ministro sostuvo que Irán había “engullido” cuatro capitales árabes: Beirut, Damasco, Bagdad y, más recientemente, Saná.
Según Benjamin Weinthal, experto en Irán de la Foundation for Defense of Democracies (FDD), “los huzis, financiados por Irán, son parte integrante de la extensión a la Península Arábiga de la revolución incorregiblemente reaccionaria de la República Islámica”. Esta afirmación puede asociarse a unas palabras de Alireza Zakani, diputado iraní cercano al Líder Supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, en las que se jactaba de que Saná era ya la cuarta ciudad árabe en unirse a la Revolución Islámica, tras Beirut (vía Hezbolá), Damasco (por medio del régimen de Asad) y Bagdad (por medio del Gobierno central de Irak, liderado por chiíes).
Irán ha sido acusado por el Gobierno internacionalmente reconocido del Yemen, y por la coalición encabezada por Arabia Saudí y respaldada por Occidente que lo apoya, de ayudar al golpe de Estado huzi. Los huzis, un grupo rebelde del norte del Yemen, expulsó al Gobierno de la capital, Saná, en septiembre de 2014, y Estados Unidos y otros países occidentales han aportado desde entonces grandes cantidades de armas para apoyar al Gobierno acosado.
Los rebeldes huzis lograron avanzar a lo largo del Yemen en gran medida por su alianza con los leales al expresidente Alí Abdulá Saleh, bien conectados y bien equipados, y por su habilidad para explotar el malestar de la población ante el deficiente desempeño del Gobierno de Abd Rabu Mansur Hadi.
Para marzo de 2015, los rebeldes huzis y los fieles a Saleh ya controlaban la mayoría de las grandes ciudades y habían desplazado al Gobierno del presidente Hadi, apoyado por los saudíes, provocando que Riad lanzara una operación militar con el objetivo de acabar con los huzis y su infraestructura. Los saudíes pusieron asimismo en marcha un bloqueo naval para detener el flujo de armas iraníes al Yemen.
Los huzis, oficialmente denominados Ansar Alá, son una organización surgida en el norte del Yemen en la década de 1990 que ha luchado sin cesar contra los Gobiernos locales desde 2004. Cuando los salafistas empezaron a predicar la rama saudí del islam wahabí en el país, los huzis crearon un movimiento en defensa de la tradición zaidí, que forma parte de la cultura yemení desde hace siglos.
En parte por el alineamiento de Arabia Saudí con Estados Unidos, los huzis adoptaron unaestridente retórica antioccidental originada en Irán. “Dios es grande, muerte a América, muerte a Israel, malditos sean los judíos, que venza el islam”: el credo de los huzis se puede ver pintarrajeado en mezquitas y otras instituciones públicas de todo el territorio bajo su control.
Las llamativas similitudes retóricas han provocado que se presente a los huzis como un grupo insurgente chií respaldado por Irán. Sin embargo, hasta que no estalló la guerra en el Yemen, en 2011, la población local no definía a los huzis en términos sectarios, ni se los conocía por sus lazos con la República Islámica. A diferencia del régimen iraní, los huzis no se adhieren al islam del chiismo duodecimano predominante en Irán, sino que siguen la escuela zaidí, similar a la escuela hanafí de la jurisprudencia islámica suní.
Durante bastante tiempo, las acusaciones de cooperación huzi-iraní tenían poca evidencia empírica. Sin embargo, las circunstancias han cambiado y ya no se puede negar la implicación iraní en la guerra civil del Yemen, ni su intento de proyectar su poder sobre la Península Arábiga.
Al ver el apoyo y patrocinio de Irán a otros actores extranjeros en todo Oriente Medio, era lógico que los huzis recurrieran a la República Islámica en un momento de creciente presión en su país y de aislamiento internacional.
La cooperación con actores no estatales es parte integral de la política exterior de Irán para asentar su poder en una región dominada por el islam suní. Ejemplo de ello son sus vínculos con Hezbolá en el Líbano y con las milicias iraníes que están luchando en Siria e Irak.
Antes de que los rebeldes huzis entraran en Saná en 2014, Irán empezó a apoyarlos con armas, dinero y entrenamiento. Según Reuters, un alto oficial iraní confirmó que la Fuerza Quds, unidad especial responsable de las operaciones extraterritoriales de la Guardia Revolucionaria Iraní, tenía “varios centenares” de hombres en el Yemen adiestrando a combatientes huzis. También dijeron que un centenar de huzis habían viajado a Irán para formarse en una base de la Guardia Revolucionaria cercana a la ciudad de Qom, aunque no pudieron verificar la autenticidad de la información. En marzo de 2015, el medio libanés Now informó de que combatientes huzis estaban entrenándose en Siria por cuenta de Irán.
El general de brigada Ahmed Aseri, portavoz de la coalición árabe que está combatiendo a los huzis, declaró a Reuters: “No nos faltan informaciones ni pruebas de que los iraníes están introduciendo ilegalmente armas en la zona por distintos medios”. “Vemos que ahí hay un sistema antitanques Kornet, cuando antes no estaba en el arsenal del Ejército yemení ni en el de los huzis. Llegó después”, añadió.
Este tipo de declaraciones son un reflejo de las preocupación de los países occidentales. Tobias Ellwood, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth, dijo en el Parlamento británico en octubre de 2015 que Londres estaba preocupada por “el apoyo iraní a los huzis, (…) [por] las informaciones de que Irán había transferido armas al Yemen que podrían contravenir la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU y el embargo de dicho Consejo a Irán sobre la exportación de armas”.
Además de armas, dinero y entrenamiento militar, los huzis también reciben ayuda en el frente propagandístico. Su canal de televisión, Al Masirah, emite desde Beirut con la ayuda del peón terrorista de Irán en el Líbano, Hezbolá, que ejerce una enorme influencia en los suburbios del sur de la ciudad. La cooperación entre los huzis y Hezbolá ha sido durante mucho tiempo fuente de especulaciones, debido en especial a las similitudes en las tácticas de ataque utilizadas en la conquista huzi de Saná y en los acontecimientos registrados en Beirut en 2008, cuando hombres armados de Hezbolá se hicieron con el control de grandes partes de la capital libanesa.
Si en el pasado fue difícil detectar la influencia de Irán en el Yemen, ahora es imposible obviarla, y a medida que se eterniza la guerra sigue creciendo.
El pasado mes de abril, los líderes huzis nombraron muftí a Beras Shams al Din Mohamed Sharaf al Din, clérigo educado en Irán, para que se desempeñe como principal autoridad religiosa de la organización en Saná. Varios huzis de relieve se han convertido al chiismo duodecimano en las últimas dos décadas, y se cree que Sharaf al Din es uno de los nexos más importantes entre la organización y la República Islámica, pues facilita el matrimonio ideológico entre las dos partes.
En un informe de Chatham House basado en entrevistas con personas que han tenido un acceso poco común a los líderes huzis se dice que “el núcleo [dirigente] está en muchos casos verdaderamente comprometido con los principios revolucionarios islámicos dispuestos por Husein Badr al Din al Huzi, que a su vez los toma en gran parte de los de Irán”. Es una valoración que Weinthal comparte. “Decididamente, los huzis quieren que prosiga la guerra de Irán contra EEUU e Israel. Tenemos el ejemplo del ataque suicida huzi contra un buque militar saudí del pasado enero. Dos saudíes fueron asesinados en ese ataque”.
Miembros de los servicios de inteligencia de EEUU conjeturaron en aquel momento que el objetivo deseado era un buque de guerra estadounidense. Los huzis y los oficiales de Teherán han presumido públicamente, con mucha algarabía, de su capacidad para atacar a Arabia Saudí e infligir daños a su coalición, respaldada por los países occidentales. “Justo este mes, los huzis dispararon un misil contra un barco de Emiratos cargado de productos médicos. Los suministros eran para ayudar a las víctimas de la epidemia de cólera que se registra en el Yemen, por la que ha muerto un millar de personas desde abril”, dice Weinthal. “Emiratos es un socio fundamental en la lucha contra el extremismo en la región. El pasado octubre, los huzis atacaron un barco emiratí con un misil. El terrorismo náutico hutí es incesante”, explica Weinthal.
Un alto oficial iraní declaró a Reuters que el general Qasem Soleimani, el poderoso comandante de la Fuerza Quds, se reunió con altos cargos de la Guardia Revolucionaria Islámica en Teherán en febrero para hablar sobre el papel de Irán en el Yemen y buscar formas de “fortalecer su presencia [la de los huzis] en la región”. “Están planeando crear una milicia similar a Hezbolá en el Yemen. Para enfrentarse a las políticas hostiles de Riad (…) Irán tiene que usar todas sus cartas”, dijo.
Las crecientes injerencias de Irán en la guerra civil del Yemen sugieren que Teherán está nerviosa por el nuevo rumbo de la política exterior de EEUU con la Administración Trump, que parece haber revertido el realineamiento de Obama con la República Islámica. Irán, por lo tanto, está buscando nuevos campos de batalla para desafiar la autoridad de Estados Unidos y a sus aliados, en particular a su archirrival, Arabia Saudí.
En los últimos meses la Administración Trump ha aumentado sustancialmente su apoyo militar a la coalición encabezada por los saudíes y respaldada por Occidente. En lo que parece ser unimportante incremento de la implicación estadounidense en el Yemen, el Ejército de EEUU, siguiendo órdenes del presidente, llevó a cabo 70 ataques aéreos en el país en marzo de 2017, más del doble que en todo 2016.
Este conflicto fue una de las prioridades de la agenda del presidente en su visita a Arabia Saudí, su viaje inaugural al extranjero. La Casa Blanca había dispuesto la escenificación de una postura más dura con Irán en lo regional cuando, en el transcurso de su visita al reino, el presidente apoyó la campaña de Riad para desafiar la influencia iraní en todo Oriente Medio con una venta de armas a Arabia Saudí por valor de 110.000 millones de dólares. “Desde el Líbano a Irak y el Yemen, Irán financia, arma y entrena a terroristas, a milicias y otras organizaciones extremistas que diseminan la destrucción y el caos por toda la región. Durante décadas, Irán ha atizado el fuego del conflicto sectario y el terrorismo”, dijo el presidente Trump en su rueda de prensa en la capital del reino, Riad.
En el pasado mes de marzo se cumplieron dos años del comienzo de la brutal guerra en el Yemenentre la coalición encabezada por los saudíes y respaldada por Occidente y los rebeldes huzis respaldados por Irán, que derrocaron al Gobierno y convirtieron una lucha doméstica por el poder en una crisis internacional de proporciones catastróficas.
Desde hace tiempo se habla del Yemen como el “conflicto olvidado”, ya que el mundo está centrado en la guerra siria y en la lucha contra la organización terrorista Estado Islámico. Pero a 2.400 kilómetros está teniendo lugar otro conflicto cuyas repercusiones se extienden mucho más allá de las fronteras de ese país arábigo devastado por la guerra.
El Yemen es el último proyecto en el gran plan regional de Irán, que utiliza a los rebeldes huzis como plataforma de proyección de poder sobre la Península Arábiga.
El líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, amenazó hace poco con que la próxima guerra contra Israel implicaría a miles de milicianos chiíes, que unirían sus fuerzas a las de Hezbolá. “Esto podría abrir la vía para que cientos e incluso miles de combatientes de todo el mundo árabe e islámico participen en ella, de Irak, el Yemen, Irán, Afganistán y Pakistán”, dijo en un discurso por televisión. Si eso resultara ser cierto, la República Islámica podría estrechar mucho más su cerco sobre Israel: con el apoyo de sus peones locales, podría rodearlo completamente desde las fronteras siria, libanesa, gazatí y yemení.
© Versión original (en inglés): The Tower
© Versión en español: Revista El Medio
© Versión en español: Revista El Medio
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