*Maldigo**
Tu boca maldita que me habla al oído, diciendo palabras que
enciende mis días, quemando mis noches, mientras espero confiado
tus falsas promesas que solo hace mantener mi eterna agonía.
¡Maldigo, maldigo!
El haberte visto, ya que contigo aprendí lo que es el amor que
esclavizó mis días, llenando mis noches, con ilusiones que nunca se
cumplieron y solo sirvieron para herir mi alma y alimentar mi rencor.
¡Maldigo, maldigo!
El haberte conocido, en un momento que mi vida, sin rumbo ni destino,
creyó en tus palabras, como si fueran sagradas, cuando en realidad tus
intenciones era aprovechar mi alma confundida, para tus vicios sin medida
y sin razón.
¡Maldigo, maldigo!
Dejar que mis manos acaricien tu piel y tu entre suspiros me hiciste creer
que había conquistado tu corazón; que en realidad tu corazón es un trozo
de hielo que congeló tu sangre y huele a maldad.
¡Maldigo, maldigo!
Las horas encerradas en cuatro paredes haciendo, planes olvidando nuestros
compromisos de hogar y familia, pensando acaso por un milagro de tu sangre
fría y helado corazón
Ya nada queda, ya todo pasó, los leños son cenizas que el viento dispersó.
Solo me queda decirte:
¡Maldigo, maldigo mi eterno amor!
Mario Beer-Sheva
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