¿Qué quiere ser Palestina, Dubái o el Líbano?
El periodista libanés-iraquí Husain Abdul Husain, jefe de la corresponsalía en Washington del diario kuwaití Al Rai, parte de una vivencia personal para exponer la esquizofrenia en que se mueven muchos palestinos y para aconsejar a los compatriotas de Mahmud Abás que abandonen maximalismos estériles y opten por soluciones más realistas que, de hecho, les pueden hacer mucho más prósperos.
[Husain cuenta aquí que en 2002 ejerció de intérprete para unos periodistas occidentales que acudieron a unos campos de refugiados palestinos en el Líbano para preguntar a sus habitantes por la iniciativa de paz respaldada por la Liga Árabe, que seguía la fórmula de ‘paz por territorios’]. Tras mostrar las enormes llaves y los títulos otomanos [de propiedad] de las casas que habían abandonado en Palestina, los refugiados juraron luchar hasta el final por su derecho de retorno. Pero cuando se apagaron las cámaras, uno de ellos me apartó y me dijo: “Mi hija está en Alemania, quizá tus amigos periodistas puedan ayudarme a irme allí con ella”.Habiendo crecido en el Líbano, donde sólo las demandas palestinas maximalistas sonaban como un acuerdo de paz lógico y normal, me llevé una sorpresa. Mi amigo refugiado quería luchar, pero sólo ante las cámaras. En la vida real, como todos nosotros, sólo buscaba llevar una vida decente.[…](…) el plan de paz del presidente Donald Trump puede parecer un apartamiento del auténtico problema palestino. Si lo aceptaran, acabarían quedándose con sólo el 15% de la tierra del Mandato [británico para] Palestina [que incluye Israel, los territorios en disputa y la actual Jordania], con un Estado apenas autónomo y ni siquiera soberano.[…](…) con el plan de Trump, el Estado palestino tendrá probablemente un total de 3.000 km2 y una población cercana a los 5 millones.Si se la compara con los Tigres Asiáticos, Palestina será cinco veces mayor que Singapur y tres veces mayor que Hong Kong. Con 5 millones [de habitantes], Palestina estará menos densamente poblada que Singapur, que tiene 5,6 millones, y que Hong Kong, con 7,4. Aunque son mucho más pequeños y están mucho más poblados, Singapur y Hong Kong tienen un PIB de 340.000 y 350.000 millones de dólares, respectivamente, frente a los penosos 15.000 millones de los Territorios Palestinos.Si los palestinos mostraran un interés real en el acuerdo, puede que los prometidos 50.000 millones de ayuda económica se incrementaran drásticamente. Lo que podría dar a los palestinos una década de rápido crecimiento económico, que a su vez se traduciría en una catarata de empleos y buenos ingresos y, por tanto, en un incremento de la prosperidad, aun a expensas de la soberanía y de la mayor parte de su territorio.Si la soberanía lo fuera todo, habría hecho del plenamente soberano Líbano un país próspero. En cambio, es un país roto, con la economía en caída libre, la moneda perdiendo valor a diario y la gente sumiéndose en la pobreza.El plan de paz de Trump pasa por encima de todas las injusticias que han padecido los palestinos en el último siglo. Pero les presenta una alternativa clara: ¿quieren ser un Estado autónomo que se parezca a Dubái, o un país soberano que sea como el Líbano?
Einat Wilf, exdiputada del Partido Laborista israelí y autora de libros como My Israel, Our Generation (Mi Israel, nuestra generación) o el inminente The War of Return: How Western Indulgence of the Palestinian Dream Has Obstructed the Path to Peace (La guerra del retorno: cómo la indulgencia occidental para con el sueño palestino ha obstruido el camino hacia la paz), afirma en este artículo que el Acuerdo del Siglo ha obtenido un respaldo tan amplio en su país porque los palestinos se han encargado de dinamitar cualquier acuerdo mejor o más beneficioso para ellos mismos.
Buena parte de las críticas genuinas que se hacen al plan Paz para la Prosperidad de Donald Trump parte de la asunción de que puede buscarse otro; un plan mejor, más justo y equitativo al que los palestinos puedan dar el OK (…) Ojalá fuera así, pero no hay evidencias que la sustenten.Como tantos en la izquierda israelí, yo habría preferido que el plan del presidente norteamericano hubiera procurado a los palestinos más territorio, una mayor presencia en Jerusalén Oriental (…), más voz en las cuestiones relacionadas con los santos lugares y un mayor control sobre sus futuras fronteras.Sin embargo, décadas de dichos y hechos ciertos han dejado claro que el liderazgo palestino sólo dirá sí a un plan que ponga fin a Israel como Estado soberano del pueblo judío.(…)Cuando algunos palestinos dicen apoyar los dos Estados, mientras rechazan cualquier planteamiento que les niegue el ‘derecho de retorno’, lo que acabaría resultando sería un Estado palestino en la Margen Occidental y Gaza y otro en sustitución de Israel.[…](…) el plan del presidente Trump de ninguna de las maneras es perfecto, pero si virtud principal emerge de la mera comprensión de que no hay plan que vayan a aceptar los palestinos que no pase por la erradicación del sionismo.Esta es una penosa asunción para muchos izquierdistas israelíes como yo, que la han asumido tras décadas de vanas esperanzas, viendo a los líderes palestinos desechar oportunidad tras oportunidad, y a familias volar en pedazos en atentados suicidas días después de que los palestinos pudieran haber tenido un Estado. He aquí la razón por la que el plan de Trump ha sido saludado por la gran mayoría de los israelíes judíos, tanto de izquierdas como de derechas.[…]El plan (…) no llevará paz ni prosperidad a los palestinos, ya que seguirán consistente y previsiblemente diciendo que no, pero sí podría posibilitar una mayor paz entre Israel y el mundo árabe, que ojalá algún día reconozca Israel y la soberanía judía como una presencia legítima en la región.
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