sábado, 3 de febrero de 2024

De Yale University Press

 

traducida por 

Marcela Lubczanski

Photo by Hadi Mohammad from Wikimedia

A pesar de todo lo que cambió, Hamas sigue siendo Hamas

Enero 22, 2024| 

Matthew Levitt—

Durante los últimos 18 años desde que escribí Hamas: Politica, Caridad y Terrorismo al Servicio de la Yihad, Hamas ha experimentado cambios significativos—sólo que no en la forma que muchas personas esperaban que lo hiciera. Mientras algunos evaluaron que participar en la política nacional palestina o gobernar la franja de Gaza moderaría, o al menos cooptaría la inclinación de Hamas a la violencia, ese probó no ser el caso. La masacre del 7 de octubre del 2023, demostró en la forma más visceral y brutal que Hamas finalmente priorizó destruir a Israel y crear un estado palestino islámico en su lugar por sobre su proyecto de gobierno en Gaza, la reconciliación nacional palestina, o el fin del conflicto israelí-palestino a través de una solución de dos estados.

En los años desde que salió mi libro, Hamas experimentó dos hechos transformacionales. El primer hecho divisorio de aguas para Hamas llego a raíz de la decisión del grupo de participar en las elecciones nacionales palestinas en el 2006, resultando en que Hamas ganó 74 de 132 escaños y finalmente llevando a un Gobierno de Unidad Nacional con Fatah. Esto llegó después de la retirada en agosto del 2005 de todos los asentamientos y fuerzas militares israelíes de la Franja de Gaza. Algunos predijeron que reconciliándose con sus rivales políticos palestinos en Fatah, Hamas se volvería más sensible a su propio público y finalmente un movimiento más moderado, pero eso no sucedió. De hecho, en junio del 2006 agentes de Hamas penetraron dentro de Israel a través de túneles cavados desde Gaza, emboscaron a una patrulla fronteriza israelí, matando a dos soldados e hiriendo a dos más, y secuestraron al soldado israelí Gilad Shalit. Hamas mantendría cautivo a Shalit durante cinco años, liberándolo a cambio de 1,027 palestinos mantenidos en cárceles israelíes.

Hamas y Fatah nunca reconciliaron sus visiones políticas, y como resultado el experimento político que fue el Gobierno de Unidad Nacional liderado por Hamas tuvo corta vida. Fatah buscó mantener las políticas de la Autoridad Palestina (AP) dentro de los límites de los Acuerdos de Oslo, mientras Hamas trabajó para socavar tales políticas, con un foco particular en recortar la cooperación en seguridad entre los israelíes y palestinos. Finalmente, en julio del 2007, Hamas capturó la Franja de Gaza de manos de Fatah por la fuerza de las armas, dejando a Fatah para controlar a la AP y gobernar la Margen Occidental. Poco después, me reuní con funcionarios de la AP en Ramallah que enumeraron los nombres de familiares arrojados desde las terrazas por militantes de Hamas en Gaza y me mostraron documentación de cómo Hamas trató de usar las empresas de Cisjordania y departamentos de la AP para lavar dinero de Hamas cuando lideró el Gobierno de Unidad Nacional.

Incluso después que Hamas confirmó su propensión a la militancia con su captura violenta de la Franja de Gaza—esta vez tomando como blanco no a los israelíes sino a los compañeros palestinos—algunos analistas creyeron que gobernar la Franja de Gaza moderaría a Hamas o, lejos de eso, que el grupo seria cooptado por la virtud de la responsabilidad de la gobernancia, la rutina diaria de recoger la basura, y pagar salarios a los docentes. Las instituciones sociales islámicas de Hamas en Gaza y la Margen Occidental, un autor escribió en el 2014, "abogaba por un enfoque moderado que valoraba el orden y la estabilidad, no el desorden y la inestabilidad."

Nuevamente, ese no resultó ser el caso. Y todavía, asumir el control de la gobernancia en Gaza presentó a Hamas una dura elección. Podría seguir llevando a cabo actos de violencia atacando a Israel, sabiendo que estos correrían el riesgo de represalia israelí, o podría enfocarse en proveer a las necesidades y seguridad de los residentes de la Franja de Gaza. En los primeros meses después de la captura del 2007, el ritmo de Hamas se lentificó mientras el grupo consolidaba poder y asumía las instituciones gubernamentales. Pero para diciembre del 2008 Hamas inició el primero en una serie de ataques con cohetes a Israel. Para el 2015, después de tres rondas de guerras con cohetes, algunos todavía evaluaban que Hamas priorizaría la supervivencia por sobre la “resistencia” (o sea, combatir a Israel) y colocaban esperanza en los esfuerzos periódicos por reconciliar a Fatah y a Hamas, cada uno de los cuales se rehusaba a rendir sus armas y a acatar los compromisos del proceso de paz. 

La segunda divisoria de aguas llegó el 7 de octubre, cuando miles de agentes de Hamas asesinaron a unas 1,200 personas en Israel, hirieron a miles, y tomaron a al menos 240 personas como rehenes, incluidos nacionales de más de 40 países.

El 7 de octubre fue una salida del modus operandi establecido de Hamas, pero una intencional, que el grupo planificó en cuidadoso detalle. Nunca el grupo había ejecutado un ataque tan grande, menos empleado tácticas tan bárbaras. En las palabras del Secretario de Estado Antony Blinken, “Bebés masacrados. Cuerpos profanados. Personas jóvenes quemadas vivas. Mujeres violadas. Padres ejecutados frente a sus hijos, niños frente a sus padres." El ataque, concluyó él, "trae a la mente lo peor del ISIS." Mapas y documentos capturados de los atacantes de Hamas el 7 de octubre revelaron que el grupo tomó específicamente como blanco escuelas primarias y un centro juvenil. 

De hecho, el 7 de octubre fue la guerra que Hamas siempre quiso. Durante 18 años, desde su concepción en 1988 a su participación en las elecciones nacionales palestinas del 2006, Hamas fue un actor militante subestatal involucrado en un amplio rango de actividades—desde política, a caridad y bienestar social, a terrorismodirigidas a remplazar a Israel con un estado islámico y palestino. Involucrándose en actividades tanto abiertas, civiles, como encubiertas, militantes, Hamas creó un sistema autosostenido en el cual cada una de sus actividades apoyaron a las otras. Las actividades políticas y sociales ayudaron a construir apoyo de base para Hamas a expensas de sus rivales políticos palestinos. A través de actos de violencia socavó el compromiso político con Israel y se presentó como los guardianes de los reclamos maximalistas palestinos. Cuando recaudó fondos en el exterior, el grupo pudo recaudar fondos para actividades abiertas, liberando fondos fungibles para actividades menos altruistas.

Este probó ser un modelo eficaz—si todo lo que Hamas aspiraba a hacer era perpetuar el conflicto, apegarse a sus armas ideológicas, y extraer sangre israelí. Durante este periodo de tiempo, Hamas nunca estuvo cerca de presentar una amenaza existencial para Israel, aun con el inicio de la Segunda Intifada en el 2000. Los ataques indiscriminados de Hamas aterrorizaron exitosamente a los ciudadanos israelíes, pero no lograron desarraigarlos.

Avance rápido al 2007, cuando Hamas se encontró repentinamente en control de la Franja de Gaza. Enfrentado a la opción de enfocarse en la gobernación o la militancia, Hamas eligió lo último. Desvió fondos destinados a servicios públicos civiles para construir túneles y un robusto programa de producción de armas. Hamas jugó un largo juego, invirtiendo en esfuerzos para inyectar una "cultura de resistencia" en la sociedad de Gaza, con un foco en las escuelas y la juventud. Mientras tanto, Hamas engañó a los funcionarios israelíes y occidentales para que piensen que no pondría en riesgo su proyecto de gobernancia y por lo tanto podía ser disuadido. El resultado fue una política israelí de "comprar calma" centrada en permitir que miles de millones de dólares cataríes fluyan dentro de Gaza por aproximadamente una década para mantener a Hamas más enfocado en gobernar que en combatir.

Hamas tomó el dinero, pero nunca fue cooptado. Khalil al-Hayya, miembro del politburó de Hamas radicado en Catar, resumió sucintamente la visión del grupo en comentarios hechos semanas después del 7 de octubre: "El objetivo de Hamas no es dirigir Gaza y traerle agua y electricidad como tal. Hamas, los Qassam y la resistencia despertaron al mundo de su sueño profundo y mostraron que esta cuestión debe permanecer sobre la mesa." Resumiendo como Hamas equilibra las necesidades rivales de encarar las necesidades de los palestinos y combatir a Israel, al-Hayya agregó, “Esta batalla no fue porque queríamos combustible o trabajadores. No buscábamos mejorar la situación en Gaza. Esta batalla es para tumbar completamente la situación.”

En otras palabras, aun con todo lo que cambió en los años desde la publicación de Hamas—el control del territorio y miles de millones de dólares para gobernar Gaza—Hamas siguió comprometido con su principio central de priorizar la destrucción de Israel por sobre el bienestar de los civiles palestinos. Eso, en pocas palabras, explica por qué Hamas ejecutó el brutal ataque del 7 de octubre y por que Israel respondió con un ataque dirigido a terminar el proyecto de gobierno de Hamas en Gaza.


Matthew Levitt es el autor de Hamas: Politica, Caridad y Terrorismo al Servicio de la Yihad. Levitt es el ex miembro principal Fromer-Wexler y director del programa Reinhard en contraterrorismo e inteligencia en The Washington Institute for Near East Policy, y es un profesor adjunto en estudios en seguridad en la Universidad Georgetown. Levitt previamente se desempeñó como Subsecretario Adjunto para inteligencia y análisis en el Departamento del Tesoro de EE.UU. y como analista de inteligencia contraterrorista en la Oficina Federal de Investigación (FBI).

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