miércoles, 3 de abril de 2024

 MAMÁ, ESTE AÑO NO LOS VOY A INVITAR.

♪♫♫♪♪♫Volveré; volveré
dónde está mi madre esperandomé
de nuevo en sus brazos volver a ser niño
vivir como sólo se vive una vez ♪♫♫♪♫
…..Cantaban Los Chalchaleros……volveré….volveré... y yo, como siempre, comienzo el regreso en esta época del año. Donde el Pesaj se va asomando. El regreso a un tiempo tan bello, tan pintoresco, tan legítimo, que resulta difícil describir en palabras. El término virtual, no tenía uso. No existía. No, no me equivoqué. Era un mundo real. Tangible. Palpable. Abrazos eran abrazos. Te quiero mucho se decía frente a frente. Los besos se sentían en las mejillas. Las intenciones se demostraban con hechos y no con emoticones.
Mamá, papá, familia.......este Pesaj, NO los convocaré a mi ceremonia privada.
Aquella en que traía momentos de felicidad del baúl de los recuerdos. Pesaj en mi apacible e inolvidable barrio de Caballito.
Ustedes , las tías y los abuelos, mi querida hermana, los primos, envueltos en una ferviente, intensa y gratificante actividad. Recibir el Pesaj en familia. Todos reunidos. Disfrutando de la sencillez, de tiempos sencillos. Sin intromisiones tecnológicas. Sin tirarse el placard encima.
Y los vendedores a domicilio que nos conocían y sabían que para esa fecha sus posibilidades de vender crecían. Alguna prenda nueva, un mantel, servilletas, adornos.
Manteles, servilletas !! directo de fábrica vociferaba uno.
Corbatas y moñitos de última moda !! ofrecía otro. No necesitabas tener dinero en ese momento. Cuando paso a cobrar señora, preguntaban. Porque existía la palabra, la confianza en las personas.
El sifonero traía más cajones que de costumbre pues sabía también que la demanda crecía.
Ya estaban encargados dos bloques de hielo para enfriar tanta bebida.
El horneado de los leikaj con harina de matzá envolvían la casa con aromas avainillados. Mezclados con humos de aroma a pescados. De mesas engalanadas, de vajilla brillante. De vecinos que nos venían a saludar por el Jag, pues en mi barrio no había judíos o cristianos. Había personas.
No mami, no los convocaré en el recuerdo.
No puedo ni pensar hasta en levantar una copa y decir: PESAJ SAMEAJ. El sameaj se me ha borrado.
No recordaré las comunicaciones con las tías averiguando que va a preparar cada una. Planeando esa noche donde la familia estaría reunida. Manjares familiares, muchos de ellos a base de recetas de varias generaciones.
Debíamos preparar la ropa para tal acontecimiento. Lo mejor que teníamos. Aunque en esos tiempos cada cosa era lo mejor. Pues en esos tiempos cada cosa tenia valor, nada se desestimaba. Nada de aquellas cosas que nuestros padres nos compraban, necesitaban aprobación o rechazo. Solo recibían nuestro agradecimiento. Así eran aquellos tiempos, y nadie me lo puede negar.
Y otro Pesaj se va acercando. Ya no soy niño ni puedo volver a los brazos de mi madre. Pero si puedo rememorar. Puedo llenar mi espíritu de recuerdos imborrables. De una época de balero y perinola. De tranvía y trolebús. De estufas a kerosen. Del primer pantalón largo que te transformaba en jovencito.
PERO ESTE PESAJ, NO LO HARÉ. No quiero que sean testigos del dolor. No quiero que vean que la barbarie ha superado las tradiciones. Que las leyendas, son solo leyendas. Que nada ayudó a las víctimas del salvajismo. No quiero que sepan de los hijos de Israel asesinados, violados, ultrajados, torturados. Muchos aún, en el mismo infierno.
Y en la noche de Pesaj, ya no efectuaré mi ceremonia privada. No imaginaré como cada año, que tocan el timbre. Y la familia comienza a llegar. Y nos sentamos en la espléndida mesa. De manjares caseros. Y brindaremos. Besos y abrazos. Buenos deseos.
Y no leeré la Hagadá. La realidad no me da lugar a las creencias. Y no imaginaré que el abuelo dirigirá la ceremonia. Y no brindaré por lo que fue.
Aunque seguiré manteniendo la esperanza que tu, bendecida mujer, sigas el camino hacia el triunfo. Como lo estás haciendo ahora. Destacándote en todas las posiciones.
Que nuestros pequeños entiendan que la familia sigue siendo el centro de la sociedad. Que las personas se miden por sus bienes morales y no por sus posesiones.
Y para vivir alguna pizca de esos recuerdos, me iré solito a un rincón, pa' no tener que dar explicaciones, tomaré unos zapatos negros que tengo en el placard y les pasaré betún, lo dejaré secar unos minutos y con una franela los dejaré bien brillosos, porque mi viejo decía que los zapatos siempre tienen que estar lustrados, y más para las fiestas. Y lo que los padres decían, se cumplía.
Lo siento mami. Este Pesaj será tan ensombrecido, que no hay nada para festejar, ni oración que valga. Porque las oraciones, no han surtido efecto. Solo te pido que no le cuentes al abuelo que este año dejaré la tradición de lado. No lo quiero lastimar. No le podría explicar que lo que el me enseñó, quedó borrado de la faz de la tierra.
Darío.
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